Es un claro ejemplo de las lagunas que todavía ofrece el mundo de internet y de estas plataformas que operan en todas partes, pero solo quieren responder, si responden, en una, la suya. Y la suya está muy lejos del cliente con lo que esto supone mayor dificultad para obtener una respuesta legal.
Recuerden que ya hemos hablado en otras ocasiones de situaciones similares donde el Tribunal Supremo ha intervenido. Y es que imaginen el mapa del caso: La poderosa marca actúa por todas partes, pero los datos de contacto y ese contrato al que no hay otra opción más que adherirse identifican un foro bien lejano, el americano, por ejemplo. ¿El escudo? En cada país tan solo existe una comercializadora.
Puede ocurrir desde que se dé la razón en España a la empresa española y no se pueda ejecutar la resolución en California hasta que la, digamos, Facebook española logre demostrar que tan solo se ocupa de otras cuestiones que no tienen nada que ver con la decisión tomada.
Al final, lo que se revela es la incapacidad de estas grandes plataformas globales de atender quejas que bien podrían solventarse sin necesidad de daños y perjuicios. También apreciamos una falta de consideración, de respeto al cliente, al pequeño empresario, que no puede afrontar una defensa en una situación donde se siente impotente.
En estos casos, por encima de países y fronteras, con tecnología de por medio solo hay una solución que se llama mediación y/o arbitraje. Rápido, económico y especializado. Igual alguna vez lo vemos.