Imaginemos que alguien acude a un buscador para solicitar que no aparezca una información suya que resulta sensible y que le perjudica, por ejemplo, sobre algún tipo de problema que haya tenido con anterioridad con la Justicia.
Y supongamos que dicho buscador accede a que desaparezcan dichos datos, con lo cual queda su imagen limpia.
Pues bien, el colmo de todo esto es lo que le ha ocurrido a un ciudadano británico, que tras ejercitar su derecho al olvido, aparece de nuevo en los listados, esta vez como quien ha ejercitado con éxito dicho derecho a ser olvidado pero con mención expresa de su nombre y de aquellos datos sensibles que habían sido borrados.
Por lo tanto ha tenido que hacer una nueva petición, en este caso a Google.
Lo curioso del caso es que en principio ha sido rechazada su petición.
Esta vez ha considerado que ya no procede eliminar sus datos, porque como los medios de comunicación quieren hablar sobre su logro, el buscador entiende que ha de recoger la noticia, que dice algo así como… ciudadano x ha logrado hacer desaparecer de los buscadores datos que le perjudicaban porque aparecía información sensible sobre tal delito que cometió y que mereció tal sanción…, todo ello con nombres y apellidos.
Sin duda, la respuesta del buscador parece una contradicción, y el organismo administrativo que vigila este tipo de casos cree que esta situación también vulnera sus derechos porque tiene un impacto negativo en su vida y ha dictado una resolución para que en un plazo de alrededor de un mes desaparezca la información del buscador.
Confiamos en que prospere y finalmente se reconozca el impacto negativo de una vez por todas.
Derecho a que olviden por qué fuimos olvidados
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