Algunos pensamos que el margen de los gobiernos en el dictado de actos políticos (no fiscalizables por la Justicia, el otro poder, junto al Parlamento) es grande pero el Tribunal Supremo ha dicho que con ciertos límites. En particular, no impidiendo al Parlamento el debate, su normal desarrollo en el ejercicio de sus funciones.
También es verdad que la experiencia reciente del espectáculo que hemos visto los últimos meses en el Parlamento británico nos dice que no habrían cambiado mucho las cosas el hecho de que estos días atrás hubiera estado abierta la Cámara de los Comunes.
Aunque habría que preguntarse si el Parlamento no es, precisamente, eso: Discutir, debatir, darle vueltas a la cosa pública sin obligación de solucionar nada en concreto, que es lo que hemos visto hasta ahora.
¿Cómo de grave es esta conducta, la acción de Boris Johnson? Bueno, si se entiende que en el modelo del Reino Unido la soberanía reside en esta cámara del Parlamento, podemos decir que la intromisión, al calificarse como tal, es muy grave. El equilibrio de poderes se vio violentado, diríamos. Por eso, y porque pudo ocurrir como se ha sentenciado y ha supuesto una merma del juego democrático, se ha puesto en marcha el mecanismo judicial. Y tenemos que añadir que ha funcionado (Checks & Balances).