Algunos han muerto ya, pero muchos siguen vivos y, ahora con más distancia, pueden compartir una crónica más objetiva de los tiempos que vivieron. Iñaki Gabilondo, Luis María Ansón o Victoria Prego son solo algunos ejemplos de los protagonista de este documental sonoro de Víctor López.
Su creador nos ha atendido para Capital Radio en la siguiente entrevista:
Testigos de la Transición. 50 años de periodismo. ¿Un podcast de periodismo? ¿De historia?
De periodismo que hizo historia… Es un pequeño homenaje a las figuras de esa generación que se apaga y que informó en un periodo crucial de nuestra historia reciente: la Transición.
¿En qué consiste y por qué ahora este podcast?
El podcast simboliza un viaje en el tiempo, así lo he planteado, a bordo de una pequeña nave, para ahondar en la mirada personal y la experiencia profesional de doce grandes periodistas.
En cada episodio realizo una entrevista para sobrevolar los momentos más destacados de sus vidas y conformar así un archivo sonoro con el que poder reflejar la evolución del oficio informativo y la de un país que vive tiempos de cambio. Ahora que lo antiguo parece no tener ningún valor, escuchar las reflexiones de estos faros puede aportar luz al futuro incierto.
Anson, Ónega, Victoria Prego, Pilar Cernuda, Iñaki Gabilondo… ¿Por qué esos doce protagonistas?
Porque considero que, con esos doce nombres, están representados los distintos soportes de comunicación (prensa, radio y televisión), las distintas ramas del periodismo (político, económico, social) y la diversidad ideológica. Creo que el prestigio de todos ellos es incuestionable, algunos incluso han sido pioneros en España de sus respectivas especialidades.
¿Qué papel tuvo el periodismo en la Transición?
Un papel determinante. Todos los medios remaron en la misma dirección, dada la fragilidad de la democracia naciente; la que se ganó en la calle, en las fábricas, en las universidades, pero también en las redacciones. Política y periodismo se dieron la mano en busca de la libertad. Muchos coinciden en señalar que aquella fue la “edad de oro del periodismo español”. Una etapa en la que convivieron informadores irrepetibles, con un poder y un peso social enorme.
¿Crees que se ha valorado suficientemente aquel momento histórico?
Yo creo que, en general, sí. Pero el espíritu de concordia, desgraciadamente, se ha ido perdiendo poco a poco. La Constitución vive la crisis de los 40. Hoy las nuevas generaciones, aunque nunca se debe generalizar, no conocen los detalles ni son conscientes de lo que supuso aquel logro. Los planes de estudio no suelen llegar hasta esa fecha.
Políticamente fue un momento de consenso, de unión para intentar dejar atrás una dictadura. Periodísticamente de profesionalización y contribución a la estabilización democrática. El colectivo de la primicia tuvo que superar atentados, secuestros y condenas a prisión. De ese legado podrían tomar buena nota los políticos y periodistas actuales. Entonces supuso un ejemplo para el resto del mundo.
¿Con qué palabra definirías la Transición?
Uff… Difícil elegir una sola. Me quedaría con “concordia”. Y “brillantez”. La Transición fue posible porque coincidieron en el mismo escenario figuras de primer nivel en todos los ámbitos. Gente bien formada, con sentido de estado. Valores que hoy viven en un segundo plano.
¿Existe actualmente una brecha profesional entre las viejas y las nuevas generaciones?
Hay quien dice que esto es un mito, pero en mi opinión, la caducidad profesional es preocupante en algunos sectores. En lo que atañe al periodismo, quiero pensar que el aporte del conocimiento acabará primando sobre la capacidad de manejo de unas herramientas tecnológicas en continuo cambio. O por lo menos estando a la par. No conviene quedarse atrás en la carrera digital, pero tampoco infravalorar el bagaje cultural de las personas.
Has trabajado durante muchos años en televisión y ahora produces contenidos audiovisuales con tu propio sello. ¿Qué tiene de especial un podcast? ¿Por qué has querido acercarte al universo radiofónico?
Recuerdo que, con 7 u 8 años, grababa programas caseros de radio. En casa de mis padres aún debe haber algún cassette con aquellas grabaciones que hacía con mi hermana, un referente para mí. Teníamos una emisora que se llamaba Lisvic (risas). Quizá ahí prendió la llama de la radio y el podcasting. Luego el camino profesional me llevó hacia la televisión.
Lo que está claro es que el audio a la carta ha abierto nuevos horizontes en la comunicación online, permitiendo una enorme libertad creativa y gran diversidad a la hora de contar historias, y manteniendo al ciudadano informado mediante una fórmula que combina el ritmo de la actualidad con la profundidad de análisis que requieren determinados temas. Me apetecía mucho explorar este mundo en auge, que además reduce bastante las necesidades técnicas y humanas de otras modalidades.
¿Qué es lo que más te ha sorprendido de las entrevistas que has realizado? ¿Con qué te quedas?
Me sigue llamando la atención la humildad que atesoran los grandes profesionales. Su capacidad de empatía y extraordinaria calidez en el trato. Y me quedo con el regalo de su sabiduría. En una profesión tan viciada por la vanidad y el yoísmo, acercarse al discurso de estas figuras permite seguir creyendo en aquello que algunos se empeñan en hacer increíble.
El último capítulo del podcast es un homenaje a Manu Leguineche. ¿Por qué has querido cerrarlo así?
Tuve la suerte de conocer a Manu en persona, aunque ya estaba muy enfermo. Pasado el tiempo decidí investigar su trayectoria vital y profesional. El resultado fue un libro y un documental para televisión. Aquel hombre al que todos se referían como ejemplo a seguir sigue enarbolando la bandera del rigor, la honestidad y la honradez informativa. Y un podcast sobre los referentes del periodismo español contemporáneo había que cerrarlo con el que, para muchos de ellos, fue el máximo exponente.
Por cierto, el título habla de 50 años de periodismo. ¿Continuará hasta esa cifra de entrevistados?
Quién sabe. Sería bonito… Desde luego la etapa histórica y la relevancia de los informadores, en mi opinión, lo merece.