La primera lluvia significativa en tres meses ha ayudado a retrasar el Día Cero hasta el 11 de mayo, pero Ciudad del Cabo está muy lejos de solucionar el problema de la sequía. El tiempo pasa y una de las ciudades más turísticas de África, con sus cuatro millones de residentes, se prepara para cerrar los grifos.
La urbe sudafricana establecerá unos 180 puntos de recogida donde los ciudadanos podrán recoger un máximo de 50 litros por persona al día, siete veces menos que un ciudadano estadounidense promedio, según el Consejo Mundial del Agua (WWC). Una restricción que se aplica ya desde el 1 de febrero y podría ampliarse a 25 litros de agua al día si la situación persiste. Si tenemos en cuenta que una ducha de dos minutos equivale prácticamente a 20 litros o que tirar de la cadena pueden ser 9 litros, la situación es insostenible.
“Creo que va a haber caos. Espero que el Día Cero nunca llegue, pero puedo ver gente que quiere venir aquí y la desesperación por el agua. Creo que pronto nos daremos cuenta de que el agua es más valiosa que el petróleo. No quiero ser demasiado crítico, pero creo que se deberían haber implementado planes de mejora desde hace mucho tiempo”, explica Saleigh van der Schyff, residente de Ciudad del Cabo.
El cambio en el patrón de las lluvias ha secado seis presas cruciales que abastecen de agua a Ciudad del Cabo. Sin lluvia, la segunda metrópoli del país estrella del continente será la primera ciudad del mundo en quedarse sin agua en la historia moderna. Y esta especie de apocalipsis abre la puerta al caos, a las colas interminables y quizá a algo mucho mayor, las anunciadas guerras del agua.
Las previsiones no son buenas. La sequía en Ciudad del Cabo es de una magnitud que sólo se da cada 300 años, pero según cálculos del WWC el mundo entero se enfrentará en 2030 a un déficit hídrico global del 40% en el escenario climático actual. Para 2050, “más del 40% de la población mundial estará sometida a estrés hídrico severo”, debido al aumento general de las sequías e inundaciones ligadas a los efectos devastadores del cambio climático.
La gerente de salud del área de Ciudad del Cabo, Virginia de Azevedo, asegura que con esta crisis del agua una de las claves “es que el público debe conocer qué otras fuentes de agua son seguras para beber y cocinar”.
La ciudadanía espera la lluvia sin perder de vista a las autoridades. Con la sequía crecen las críticas hacia la falta inversión, la planificación y la mala gestión del aumento de la población con la urbanización. La presión ciudadana podría aumentar si el futuro de Jacob Zuma no se aclara pronto y un nuevo gabinete se hace cargo de la maltrecha economía.
Sudáfrica entró en recesión por primera vez en ocho años en el primer trimestre de 2017 tras contraerse el PIB un 0,7%, según la oficina de estadística del país. Aunque la economía ha remontado hasta crecer un 2% en el tercer trimestre del año pasado, crece la inquietud sobre los efectos que pueda tener en ella la sequía, teniendo en cuenta que la agricultura es uno de sus principales sectores.
La guerra del agua comienza en Ciudad del Cabo
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