Os invitamos a descubrir una Reserva de la Biosfera, un valle leonés poco conocido pero que no deja indiferente una vez que se visita. Acompañadnos a Babia, un lugar al que seguro querréis volver.
A poco más de una hora de la ciudad de León, dejando atrás el embalse de Barrios de Luna, se encuentra la ermita de la Virgen de Pruneda, puerta de entrada a uno de los valles más agraciados por la naturaleza que se pueda visitar en España.
La sensación no puede ser más expectante, más satisfactoria, superando incluso la idea que se había hecho el viajero cuando tomó la decisión de acercarse hasta la comarca de Babia.
Bien lo sabían los reyes astur leoneses cuando aprovechaban este lugar para tomarse un descanso; o los pastores trashumantes que aquí también hacían un alto en su peregrinar con su ganado. Y de ahí aquello de “Estar en Babia”. De estar observando esta maravilla, y no de esa acepción algo peyorativa que se ha aplicado a esta afirmación de “estar distraído”.
Pueblos salidos de un cuento jalonan el valle, alguno con casa blasonada, como es el caso de Torrobarrio. Otros con una señal nueva que no está incluida en el código de circulación, la de “precaución: gallinas sueltas”. Y es que un vecino de Torrestío se cansó de que algún vehículo se llevase por delante a una de sus gallinas y puso estas señales para evitarlo. Aquí, también se puede visitar el pueblo más alto de León, se trata de La Cueta.
Anochece y tras mirar el cielo, no hay nada mejor que retirarse a la lumbre de la chimenea de una casa rural con encanto en la que, además, y es algo bastante constante en Babia, no hay televisión, casi no funciona internet, ni los teléfonos móviles.
Paz, naturaleza, descanso, tranquilidad, sensaciones...Estamos en Babia.