Por Diego Rino | Ilustración: @santacenero
Tengo un amigo al que le encanta esto del reciclaje. Es una persona super ecologista, que hace lo que puede por mantener el medio ambiente intacto. El vidrio lo echa siempre al contenedor verde, el plástico y envases al amarillo, el papel al azul, los restos orgánicos al blanco y las camisetas después de correr, al cajón de la ropa de correr. Vamos, que es de los que le dan múltiples “vidas” a cada prenda que se pone antes de echarla a lavar. Hay quien dice que le ha visto entrenar todos los días de la semana con la misma camiseta. Y mira que queremos a mi amigo, pero su conducta ecologista más de una vez ha causado problemas olfativos a quienes hemos corrido a su lado.
Él dice que para qué va a lavar una prenda que sólo se ha puesto un rato, y que total “no suda tanto”. Pues amigo, aprovecho estas líneas para decirte una cosa: aunque no lo creas, sí que sudas. Como todos, vamos. Es verdad que hay personas que sudan más que otras, y épocas del año en las que acabamos más empapados que otras. Pero con esto del lavado de la ropa de correr pasa como con los pijamas, que nadie nos explica qué tenemos que hacer, y cada cuánto hay que echarlos a lavar.
En un mundo donde la energía fuera limpia y barata, los detergentes no contaminen y el agua fuera ilimitada, lo ideal sería lavar la ropa de correr una vez hemos acabado de correr, evitando así que el sudor se seque con la propia prenda y dificulte así su eliminación posterior. Lo peor de una camiseta (o pantalón, o braga para el cuello) no es que de un día para otro pueda oler, sino que, si la dejas mucho tiempo antes de lavarla, el olor se adhiere a la prenda y a partir de ahí ya no hay quien la vuelva a recuperar.
Bueno, en realidad sí que hay formas de recuperarla, como veremos más adelante… Lo que está claro es que esta situación ideal de lavar en el momento de usarla no es tan práctica, ni por tiempo ni por ecología, no vamos a estar usando la lavadora a cada momento. Así que la pregunta es… ¿cada cuánto tengo que echar a lavar la ropa de correr?
Dudas y certezas
En este curso acelerado para lavar la ropa deportiva, os voy a dejar dos cosas: por un lado la lista de generalidades que todo el mundo sabe sobre el lavado, y un listado con algunas dudas, que por más que hemos investigado con corredores amigos, no hemos sido capaces de resolver.
Las normas básicas para saber cómo lavar la ropa de correr son:
- Lavar a temperaturas bajas (30º máximo según los fabricantes).
- Usar un programa de lavado corto. Al fin y al cabo, la ropa no tiene manchas difíciles, salvo que hayamos sangrado por una rozadora o algo así. En esos casos, mejor tratar la mancha aparte, pero por lo general la ropa técnica y los tratamientos agresivos anti manchas no se llevan muy bien, así que cuidado.
- Siempre lavar la ropa de correr sola, sin otro tipo de prendas. Sería muy incómodo que el olor de la ropa de correr se traspase a nuestros vaqueros favoritos.
- Usar un jabón neutro y nada de suavizante. En el caso de prendas impermeables, con más razón, pues perderían sus propiedades al separarse las fibras por efecto del suavizante.
- Tampoco es necesaria la secadora porque, aparte de poder dañar la prenda, la mayoría de las prendas técnicas están tan bien pensadas que eliminan la humedad muy rápidamente. ¡Vamos, que se secan en un periquete!
Esta es la parte fácil, la que todo el mundo sabe y controla. Hay alguna variante cada vez más usada, que es la del que se ducha con la ropa de correr (no puesta, pero al lado), le da un agua, la tiende y a otra cosa. Ahí cada uno tiene sus trucos. Pero hay dudas que parecen muy difíciles de resolver, por lo que tenemos que tirar de sentido común.
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Porque, realmente, ¿cada cuánto tenemos que echar a lavar una camiseta / pantalón / cortavientos? Aquí no hay más remedio que ponerse gallegos. Depende. Hay muchas cosas que influyen, lo importante es encontrar el equilibrio para no echar a lavar una prenda poco o nada sudada, pero evitando darle demasiado uso para que el sudor no se vaya secando y deje la prenda con ese olor a “muerto” tan característico (hablo, una vez más, de las prendas de mi amigo). Os dejo mis recomendaciones, espero que os sirvan:
- Los calcetines, ni se piensa. Un uso y a la lavadora. No me seáis ‘guarretes’, que además los calcetines se acartonan y no da nada de gusto ponerse unos calcetines del día anterior.
- Las prendas de compresión y mallas, por ir pegadas a la piel, normalmente también son de las de 1 uso = 1 lavado. Aunque en algunos casos, las mallas pueden darnos más de un uso sin necesitar lavado. Mi consejo: que pruebes. Si el segundo día de uso, huelen a ‘chotuno’, pues como decía el anuncio: “a la lavadora y punto”.
- Ojo con los cortavientos y similares. Como no van pegados y con ropa por en medio parece que “ventilan” más. Pero también ten en cuenta que con ellos puestos sudas más de lo habitual, con lo cual pueden ser un concentrador de olor bien majo. A la primera señal de alarma, ya sabes…
- Otra prenda traicionera son los ‘buffs’, bragas o como lo queráis llamar y que nos ponemos al cuello. Parece que son una prenda que podemos reutilizar más veces, pero al ser tan finas y estar tan cerca del cuello y del pelo, suelen acabar bastante empapadas. No caigas en el truco fácil de “me las quito y las tiendo para que se aireen, así mañana están listas”. Hazlo y verás (y olerás) al demonio en tu propio cuello.
- Cuando el calor aprieta, lo mejor es que lo laves tan pronto acabas, ya no sólo por el propio sudor del ejercicio, sino porque cuanto menos tiempo pase a la intemperie, más se seca y se reconcentra.
Como ves, buen problema tenemos con la colada en casa. Ya no sólo nos basta con un armario casi entero para la ropa de correr, sino que necesitamos un cesto de ropa sucia especial, y casi que una lavadora nueva para nuestro uniforme “runner”.
Un último consejo, si tienes una prenda que ya no tiene remedio y por mucho que laves sigue oliendo a rancio, tienes dos opciones: o ponerla en remojo media hora con bicarbonato antes de lavar, o echarla al Monte del Destino. Tú eliges, pero no compartas el malo olor con los demás, que no está la cosa como para perder amigos...