Sin duda estamos en el año de la consolidación de las que podíamos llamar “doctrinas de la digitalización”. La Unión Europea aspira a ser digitalmente soberana en un mundo de datos abiertos e interconectados, y de un futuro digital donde el ser humano esté en el centro de todo el proceso. Hablar de digitalización desde el prisma del humanismo, le concede al proceso la pátina de nobleza necesaria, para alejar falsos argumentos apocalípticos sobre los peligros de la digitalización.
Europa establece como aspiración irrenunciable para 2030, que al menos el 80% de todos los adultos deberían tener competencias digitales básicas, contando con veinte millones de especialistas TIC en la UE y reforzando la presencia de mujeres en el mundo tecnológico donde actualmente se nota un déficit de género. El objetivo es sumar talento al imparable cambio tecnológico, haciendo un esfuerzo por alcanzar la paridad.
Para la misma fecha límite, las infraestructuras tecnológicas deben alcanzar a toda la población y por ello el objetivo es que todos los hogares de la UE deberían tener conectividad de gigabit y todas las zonas pobladas deberían estar servidas por redes 5G. Es imprescindible potenciar la producción de semiconductores sostenibles en Europa que alcancen el 20% de la producción mundial.
En el horizonte 2030, todos los servicios públicos clave deberían estar disponibles on line y todos los ciudadanos deberían tener acceso a su historia médica electrónica, además de que el 80% de los ciudadanos deberían utilizar una solución de identificación electrónica.
Necesitamos que la transformación digital alcance a todos, pero también que involucre a todos
Pero todos estos hitos, necesitan de una transformación digital que alcance más allá de un simple cambio mediante tecnología ad hoc. Necesitamos que la transformación digital alcance a todos, pero también que involucre a todos. Estaríamos ante un mayúsculo error si pensamos que esto es cosa de los tecnólogos y no de una sociedad multidisciplinar donde se alcance la transformación digital mediante consenso.
El aprendizaje automático de los equipos necesita de modelos que enseñen a las maquinas a interpretar, e ir creando su propio criterio con una concepción humanista, pero para ello profesionales de todas las disciplinas deben ser partícipes activos. La hoja de ruta debe indicar una transformación digital integradora. El reto está lanzado.