La amenaza permanente del terrorismo, la intervención estatal de la economía o la dependencia de la industria del crudo son algunos de los factores que lastran un desarrollo de los países en la región MENA (Middle East and North Africa) basado en un mayor control del gasto y la diversificación de sus economías. Esa es la conclusión del último informe difundido por Crédito y Caución que analiza en detalle la evolución de las seis principales economías de la región.



De acuerdo con el informe de la aseguradora de crédito, una de las evoluciones más positivas se registra en Marruecos. La economía del principal socio comercial de España en África sigue dependiendo en gran medida de la agricultura, que emplea el 40% de la mano de obra, pero el turismo y el comercio tienen ya un peso significativo. Marruecos presenta un marco social muy estable, impulsado en gran medida por la reducción de los niveles de pobreza y desempleo, en el que preservar la seguridad para evitar un impacto negativo en la economía tiene prioridad en la agenda. Marruecos ha realizado importantes reformas estructurales para desarrollar sectores orientados a la exportación como la automoción, la aeronáutica y la electrónica. No obstante, las ineficiencias del mercado y la competencia de Asia limitan la capacidad de crecimiento del sector manufacturero. A medio plazo, se prevé un incremento de su crecimiento gracias a las grandes inversiones en recursos energéticos renovables y a la producción de gas a gran escala, que se iniciará a partir de 2020.


En Egipto los problemas económicos se intensificaron en 2015 y 2016 con un déficit cercano al 11% y grandes necesidades financieras. Para cubrirlas, Egipto trabaja con el FMI en un programa que incluye la consolidación fiscal y una flexibilización del tipo de cambio que ha generado una depreciación brusca de la moneda, que perdió en pocos días el 50% de su valor. En este contexto, Egipto ha mejorado su competitividad internacional pero también ha visto como se resiente su consumo interno, con una inflación que superará este año el 20%. Las exportaciones egipcias deberían beneficiarse de este contexto, así como la recuperación del turismo, si no fuera por la situación de seguridad interna, que sigue siendo tensa. El marco en Túnez sigue siendo inestable. En 2017 se prevé un crecimiento moderado, gracias al crecimiento del turismo y la confianza de los inversores, pero este rebote sigue dependiendo en gran medida de la evolución de la situación de seguridad. 

Argelia ha registrado una caída cercana al 50% de los ingresos por la venta de petróleo y gas desde 2014. La evolución de este sector, que representa el 95% de las exportaciones argelinas y el 60% de la financiación de la Administración, ha tenido un impacto en negativo en las inversiones gubernamentales y el consumo privado, en un entorno donde la iniciativa privada y la inversión extranjera se ve obstaculizada por un alto grado de intervencionismo estatal. La fuerte caída de los precios del crudo desde 2014 también ha tenido un impacto negativo sobre las exportaciones y los ingresos públicos de Arabia Saudí.

El país ha emprendido un plan con la vista puesta en 2030 para diversificar el crecimiento económico, asegurar la sostenibilidad a largo plazo de las finanzas públicas, incrementar el papel del sector privado y crear puestos de trabajo. Emiratos Arabes Unidos ha resistido mejor la caída del precio del petróleo, gracias a una economía cada vez más diversificada, en un entorno político estable y con activos externos.

Los sectores no petroleros representan ya el 70% del PIB de Emiratos, pero la estrategia pasa por diversificar aún más la economía, flexibilizar las restricciones a la inversión extranjera y facilitar el acceso a la financiación para las pequeñas y medianas empresas.