Me decía el director de la revista Autopista que el caso Volkswagen es como si tras hacer, y aprobar, un examen nos pillan con la chuleta. Y eso es lo que ha pasado en esta ocasión. El grupo alemán, que no ha llevado una política de transparencia adecuada, ha reconocido el error pero no ha sabido reaccionar a tiempo ni mucho menos ofrecer soluciones a corto plazo.
Otro problema u otro campo de batalla es que ese examen es obsoleto y poco real. No se miden las emisiones reales sino en unas condiciones totalmente ficticias. Eso puede llevar a que en condiciones normales ningún vehículo lo supere. Aunque también es verdad que la nueva normativa Euro VI, la más exigente en materia de emisiones del mundo, está plenamente en vigor y los coches realmente emiten menos de lo esperado.
Francia ha iniciado inspecciones aleatorias para sus propios vehículos. Es decir para Peugeot, Citröen y Renault. Algunos apuntan a que las revisiones a estos coches van a salir bien. ¿por qué? Pues porque el propio Estado galo es accionista de las compañías en alguna medida y no se puede permitir un desplome. En cualquier caso se verá en los próximos días, semanas o meses. Este es el plazo que desde Volkswagen se dan para comunicar los 11 millones de coches afectados... el caso es que con el desglose reconocido por ellos, si sumamos los de la propia marca, Audi, Skoda, Seat y los comerciales faltan casi 2 millones de vehículos. ¿Cuáles serán?
De toas formas la compañía puede que no tenga que hacer frente a las indemnizaciones millonarias de las que se ha hablado en EEUU. Cuenta
The Wall Street Journal que, según fuentes jurídicas, existe un vacío legal en el derecho medioambiental de Estados Unidos y el departamento de Justicia no podrá iniciar un procedimiento penal.
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La credibilidad a debate
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