Hace tan solo una semana en esta misma sección de opinión, hablaba sobre la efeméride del Dia Mundial de Internet y hacía referencia al derecho fundamental de las personas, reconocido por la ONU, que aboga por fomentar el acceso a la Red. Este derecho tratamos de hacerlo extensivo a todos los ciudadanos, pero es necesario analizar contenidos y su difusión.
Hemos contemplado con horror una nueva matanza de estudiantes en EE.UU., en esta ocasión de niños de apenas diez años de edad, y lo más terrible es que el asesino había hecho apología de sus intenciones criminales a través de diferentes publicaciones en redes sociales, en esas mismas redes donde se emplean millones de dólares en desarrollar algoritmos que eviten que se vea un pezón de una mujer en un post, pero no quieren invertir lo mismo en perseguir contenidos como los vertidos por el asesino de Texas u otros siniestros usuarios que han utilizado la misma vía.
Esta falta de detección de amenazas criminales en las redes, nos lleva a plantearnos urgentemente la aplicación de la ética digital como principal mecanismo de defensa de la sociedad. Concebida como el código social necesario para solucionar los problemas que el uso de Internet está ocasionando en terrenos como la propiedad intelectual, los ciberataques o la conducta en redes sociales, la ética digital se aplica también para regular la privacidad de nuestros datos personales.
La ética digital planteada como principal mecanismo de defensa de la sociedad
En el Foro de Davos de 2019 cuarenta líderes empresariales firmaron una Declaración Digital en la que se establecía una serie de principios sobre los que construir la ética digital y donde se trataba de regular la ética del usuario, la ética de las corporaciones y la ética de aplicada a la tecnología sobre si quien programa un algoritmo, lo hace con algún sesgo de raza o sexo.
El CEO de Google, Sundar Pichai, en un encuentro reciente afirmó: “Los gobiernos van a tener que aliarse para garantizar la seguridad de Internet” y esto, no lo dice ningún indocumentado. No perdamos tiempo e instemos a regular los principios éticos digitales y acabemos con las malas prácticas. Nos jugamos la dignidad……pero también la vida.