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Cada año, organismos internacionales y políticos de cada país intentan (con medidas más o menos eficientes) frenar lo que parece imparable. Cada viernes, miles de jóvenes organizan huelgas en todo el mundo para reclamar a esos organismos y políticos medidas urgentes para reducir el impacto de lo ya inevitable. Y mientras unos debaten y otros se manifiestan, la temperatura y el nivel del mar siguen aumentando.
Parece increíble que esta sea la situación actual cuando las primeras preocupaciones sobre los efectos de los cambios en la temperatura aparecieron hace unos 180 años, según indica un estudio de la revista científica Nature. Echando cuentas nos situaríamos en 1840, año en el que finalizó la revolución industrial (1780-1840), un periodo donde la humanidad pasó de una producción manual a una industrial, acelerando así los procesos de producción. Pero ¿cuándo se empezó a hablar de calentamiento global?
De la era de hielo al calentamiento global
A principios del siglo XIX salieron a la luz teorías científicas como la de Louis Agassiz que demostraban que los glaciares de la Antártida habían llegado a cubrir Europa y la mayor parte de Norte América, teoría que no se aceptó hasta después de más de 30 años dado que era un continente desconocido.
Aunque la hipótesis se aceptó, era tal el desconocimiento sobre el porqué del inicio y el fin de la Edad de Hielo, que los científicos comenzaron a preguntarse cuestiones que hoy en día sabemos con certeza. "Irónicamente, una de las teorías propuestas para explicar qué causó la llegada y la desaparición de la Edad de Hielo se convertiría en el argumento clave que apoya un tipo de cambio climático opuesto e igualmente controvertido: el calentamiento global", explican en la web de Earth Observatory de la NASA.
Una de las preguntas que se hizo el científico Svante Arrhenius a finales de los 80 era si la temperatura del suelo se veía influenciada por los gases absorbentes de calor en la atmósfera. Arrhenius fue el primero en estudiar los efectos del dióxido de carbono (CO2) en el clima publicando varios estudios y libros sobre un tema que, por aquel entonces, era un incógnito.
Sus cálculos predijeron que si se doblaba la cantidad de CO2, la temperatura de la Tierra aumentaría unos 5º, y estimaba que llevaría unos mil años alcanzar estos datos. La realidad es que al ritmo que está aumentando la temperatura, podríamos estar entre 3 y 5 grados más de aquí a 2100, mucho antes de lo que Arrhenius había contemplado. De hecho, "desde 1901, la superficie del planeta se ha calentado en 0.7º - 0.9° por siglo, pero la tasa de calentamiento casi se ha duplicado desde 1975 a 1.5 - 1.8° por siglo, según el informe internacional Estado del Clima en 2017.
Además, "él y otros científicos especularon que el efecto solo extendería la temporada de crecimiento en latitudes más altas, un cambio que beneficiaría a los humanos, y en particular a los agricultores", indican desde Earth Observatory. Por aquel entonces los efectos del aumento del dióxido de carbono eran más bien desconocidos y, hasta 1960, los científicos no consideraban que los cambios en la temperatura podían deberse a factores humanos.
A Arrhenius le siguieron otros científicos desarrollando esta teoría como Gilbert Plass, Roger Revelle y Charles David Keeling, entre otros.
1988: el año donde empezó la preocupación
Las teorías de Arrhenius y otros científicos sobre el calentamiento global, no hicieron mella en la sociedad hasta finales de los 50 y principios de los 60, aunque revistas científicas como Popular Mechanics empezaron a informar sobre este tema a principios de los 90, pero no era una preocupación a nivel nacional o internacional.
Otro ejemplo de que los medios comenzaban a informar sobre este ámbito fue el prestigioso periódico norteamericano The New York Times que publicó en 1956 un artículo titulado "Un clima más caluroso de La Tierra podría deberse a más dióxido de carbono en el aire".
No fue hasta el año 1988 cuando James Hansen, experto de la NASA en cambio climático, puso las cartas sobre la mesa ante el Senado norteamericano y dejó un mensaje claro: que el calentamiento global "podía atribuirse, sin temor a equivocarse, a las consecuencias de la actividad humana; en particular, a la liberación en la atmósfera de dióxido de carbono y otros gases propensos a retener el calor", señala en un artículo para El País escrito por él mismo.
Ese mismo año, como señal de que había una mayor preocupación respecto al tema, sumado a "varios factores que pusieron en el punto de mira los gases de efecto invernadero", fue la inauguración del IPCC (Intergovernmental Panel on Climate Change) en 1988, según argumenta el periodista especializado en cambio climático Andrew Revkin.
Año tras año, la preocupación por nuestro planeta iba en aumento, tanto es así que en 1992 se celebró La Cumbre de la Tierra en Río de Janeiro, en la cual se habló por primera vez de protección medioambiental. Desde entonces, con mayor o menor éxito, se han celebrado otras reuniones destinadas a este ámbito como el Protocolo de Kioto (1997), COP15 Copenhague (2009), COP19 Varsovia (2013) y el Acuerdo de París o COP21 en 2015. En esta última, vigente hoy en día y la que alcanzó mayor importancia a nivel global, se estableció el compromiso de tomar acciones climáticas para evitar las subidas de las temperaturas por encima de los 2º.
La realidad es que a día de hoy, en el año 2019, la ONU sigue reclamando de manera urgente a los países a tomar medidas para afrontar las consecuencias, ya "irreversibles", que provocará el cambio climático como la subida del nivel del mar, las temperaturas, inundaciones, entre otras.