La realidad de la pandemia ha cambiado por completo la forma en la que trabajamos y nuestra relación con el entorno laboral. El contexto actual es diferente y el perfil demográfico es totalmente distinto. El futuro laboral, según Silicon Valley dice que: "Hay que apostar por gente que aprende rápido”. El talento de las empresas ha sido uno de los activos corporativos que han visto como, de la noche a la mañana, su día a día cambiaba por completo. Esta situación, ha obligado a las compañías a adaptarse, y a hacerlo con velocidad, para responder a dos preguntas clave: ¿Cómo se puede exprimir la flexibilidad y resiliencia que permite la digitalización? y ¿Cómo se recicla profesionalmente a un empleado?
Estamos en medio de la economía de la ansiedad. Nadie sabe cuál va a ser el futuro de un sector. No podemos prometer nada. Ha llegado el momento de desterrar conceptos como la idea de permanecer en un mismo puesto durante toda nuestra carrera. En jóvenes y 'millennials', el tiempo medio que se quedarán en un puesto son 2,8 años. Para retener al talento y ampliar esa media de estancia en una organización, hay que apostar por la educación. No hay lealtad a una empresa, sino al proceso de aprendizaje.
Habría que incluir entre los índices a medir el "coeficiente de adaptabilidad" puesto que se va a convertir en una de las habilidades más importantes a corto plazo, ya que será esencial para comprender el cambio de los negocios de los próximos años. La transformación digital y tecnológica jugará un papel clave en ese proceso. Para el año 2030, se estima que el 45% de los empleados en todo el mundo necesitarán desarrollar nuevas habilidades o cambiar de profesión. Habrá que adaptarse a vivir “con un cierto nivel de incertidumbre”, que va a obligar a trabajadores y empresas a cambiar algunas de sus concepciones sobre el entorno laboral.
Las habilidades técnicas se quedan obsoletas cada vez más rápido. En la cúspide están el aprendizaje continuo y la búsqueda de conocimiento. No te quedes atrás.