Recientemente hablaba con la CEO de una importante red social sobre el futuro de estas en lo que se viene a denominar la Web 3.0 y coincidía con ella en que, es su evolución natural. Ya se habla de experiencias más envolventes sobre todo en comportamientos impactantes por sus resultados, como puedes ser los de seguimiento de influencers. La Web 3.0 se centrará en los datos, sobre todo en lo relativo al valor de nuestros propios datos, el verdadero oro del siglo XXI.
En este futuro de las redes sociales, va a ser imprescindible readaptar la legislación, algo cada vez más urgente pues la tecnología siempre va por delante. Ya va siendo hora de que los legisladores miren lo que está pasando y no pongan la venda en la herida cuando ya sea tarde. Cualquier post, noticia o comentario que se vierta en redes sociales, debería tener sus consecuencias. No parece lógico que queden impunes atentados contra la dignidad de las personas, al tiempo que tampoco se puede restringir la libertad de expresión, siendo siempre difícil mantener el equilibrio entre ambas cosas.
Que no sea gratis inventar un bulo y que tenga consecuencias legales
Pero ¿cómo nos protegemos de las fake news para evitar la contaminación de las noticias? Habría que atajarlo por distintos canales, que no sea gratis inventar un bulo y que tenga consecuencias legales. Estar bien informado requiere un esfuerzo importante y normalmente las conversaciones se hacen a partir de titulares y estos deben ser rigurosos y, sobre todo, veraces.
Al colectivo más consumidor de redes sociales como son los jóvenes, hay que concienciarlos e informarles de los peligros que corren por ser parte activa. Es evidente que los jóvenes se informan y comunican a través de redes sociales, pues la televisión para ellos es un producto del pasado. Se hace curioso ver como los candidatos políticos, dan mensajes a los jóvenes en sus debates televisivos, un medio en donde no recogerán un solo voto de jóvenes, demostrando una vez más, que algunos no se enteran del tiempo en el que viven….