Pavel Gómez del Castillo, Responsable Comunicación de Crédito y Caución, presenta el último informe en el que prevé que la economía de China crecerá un 9% este 2021, vuelve a sorprender después de un 2020 en el que fue uno de los pocos países que consiguió cerrar en positivo con un incremento del 2,3%.
Destaca Gómez del Castillo el crecimiento de las exportaciones y con muy pocos riesgos a la baja excepto el coronavirus y las tensiones que pudieran llegar con su relación con los EEUU.
A medio plazo creen que la tasa para los años siguientes, entre 2022 y 2025 estarán por debajo del 5% porque este año tiene un efecto rebote.
Destaca el ahorro embolsado, el exceso de capacidad productiva y el conflicto tecnológico y es que busca la autosuficiencia en este sentido.
Respecto a las empresas chinas endeudadas consideran que puede generar impagos. Lo consideran un riesgo grande y por eso están retirando los estímulos fiscales por la pandemia.
Aquí está la intervención de Pavel Gómez del Castillo, director de Comunicación de Crédito y Caución.
Pavel Gómez del Castillo, Responsable Comunicación de Crédito y Caución, presenta el último informe sobre el gigante asiático.
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El reequilibrio de la economía china, pasando de las inversiones orientadas a la exportación a un crecimiento focalizado en el consumo, se verá acelerado por los esfuerzos de desvinculación comercial y tecnológica de Estados Unidos, la Unión Europea o Japón.
En los próximos años, China hará hincapié en el aumento de su autosuficiencia tecnológica y la llamada doble circulación, que persigue mejorar la conexión interna de oferta y la demanda con la intención de que la economía china sea más robusta frente a las crisis externas.
En 2021, en un contexto de contención de la pandemia, es previsible que el consumo y la inversión empresarial crezcan con fuerza, debido al menor impacto del coronavirus en el gasto de los consumidores y la mejora de la rentabilidad.
El principal riesgo a la baja para el crecimiento de China será la materialización de una nueva ola o de una mayor propagación de variantes del virus, que afecte al crecimiento global que impulsa las exportaciones chinas. Otro riesgo a la baja es el conflicto comercial con Estados Unidos: la actual Administración no ha levantado los aranceles y una nueva escalada en la disputa comercial no es descartable.
La elevada deuda pública sigue siendo un problema estructural. A medio plazo, la Administración enfrenta un difícil equilibrio entre el apoyo al crecimiento económico y el desapalancamiento ordenado. En línea con el fuerte repunte del crecimiento, las autoridades han comenzado a endurecer las políticas monetarias y reducir las ayudas fiscales derivadas de la pandemia.
La llamada deuda pública aumentada, que incluye al gobierno central, los gobiernos locales, sus vehículos de financiación y otras actividades extrapresupuestarias, ascenderá, según los cálculos del FMI, al 96% del PIB este año. Aún más preocupante es la deuda empresarial, que se sitúa en torno al 160% del PIB. La deuda de los hogares es menor, cercana al 60% del PIB, pero no ha dejado de aumentar en los últimos cinco años como consecuencia de los préstamos hipotecarios.