El capital riesgo estadounidense ha puesto sus ojos sobre los royalties musicales. Piezas de Bruce Springsteen, Taylor Swift o Tina Turner que se reproducen miles de veces al día y cuya rentabilidad no deja de incrementarse. Algunos de ellos nunca volverán a tocar. Pese a ello, sus canciones más famosas se están convirtiendo en una especie de bonos donde grandes firmas encuentran porcentajes de rentabilidad atractivos que pueden superar el 3%.
El capital riesgo estadounidense ha puesto el ojo sobre los royalties musicales y rentabiliza las canciones más famosas de Bruce Springsteen o Taylor Swift
La explotación de los derechos de autor en la música se remonta a 1997 y los Bowie Bonds, cuando Prudential Insurance Company y David Bowie se asociaron. La empresa desembolsó 55 millones de dólares por los 25 álbumes publicados antes de 1990. Esos derechos adoptaron el título de bonos. Tenían un valor nominal de 1.000 dólares con una tasa de interés del 7,9% y un vencimiento de 10 años.
Para 2024 podríamos hablar de un negocio, según un estudio de S&P Global, de 5.000 millones de dólares. Y, según Apollo Global Management, su potencial podría doblarse o, incluso, triplicarse en los próximos dos años.
Todos ganan
Hablamos de activos que es difícil que pierdan valor y que funcionan como un win-win-win, dado que la explotación de derechos musicales tiene fecha de caducidad, por tanto los inversores se benefician de los derechos por un tiempo, luego regresan al propietario de los mismos, normalmente la productora o el propio artista. Así, las compañías compran otros derechos, las productoras incrementan ingresos y los artistas tienen fondos para producir más discos.
Todo ello ha generado un nuevo mercado. Hay empresas, como la start-up JKBX que permite a los fans comprar valores derivados de los royalties de sus artistas preferidos. De esta forma, pueden beneficiarse del éxito de nombres como Beyoncé o Taylor Swift, que se estima que ha ingresado 175 millones de dólares gracias a sus contratos con plataformas de retransmisión.