La vieja Europa se ha enfadado. Tras tender su mano a Donald Trump con ese talante tan europeo, que roza la apatía ante cualquier ofensa, la Comisión trataba de calmar las aguas y acercar posturas con una oferta suculenta, aranceles cero para los bienes industriales. Sin embargo, la respuesta del estrambótico presidente yankee estaba lejos de lo que desde Bruselas hubieran deseado: "La UE ha sido muy dura a lo largo de los años. Siempre digo que se formó para perjudicar a Estados Unidos en el comercio".

Así las cosas, la contestación europea ha sido contundente y no se ha hecho esperar. La Unión Europea propone aplicar aranceles del 10% y del 25% a las importaciones de productos estadounidenses en los Veintisiete como respuesta al gravamen sobre el aluminio y el acero.

Salchichas, huevos y diamantes: Europa también sabe de aranceles

Este miércoles la Unión Europea votará la imposición de tasas entre el 10% y el 25% a los productos estadounidenses

Dos paquetes de aranceles

Se impondrán tasas en dos paquetes diferentes. El primero de ello, a partir del 15 de abril, siempre que se apruebe la propuesta este miércoles en el Parlamento.

A partir de ese día, se gravaría con un 10% a los aceites esenciales, las preparaciones de maquillaje de labios, las bobinas de hilo o los diamantes. Otros bienes como el maíz dulce, el arroz, los cigarrillos, los pantalones o las zapatillas soportarían aranceles también desde esa fecha, pero más elevados, del 25%.

Sacan de la lista el whisky bourbon por la presión de Francia para excluir este destilado dado que Trump amenazó con imponer una tasa del 200% al vino, champagne y otras bebidas alcohólicas.

Desde el 16 de mayo se aplicarán aranceles a productos y materias primas como minerales o concentradas de cobre, así como algunos tubos metálicos. Por otro lado, incluirán alimentos como los huevos, clave si tenemos en cuenta la crisis que sufren al otro lado del Atlántico en este sentido, pollo, terneras, embutidos, tomates, judías, cítricos o trigo.

Estos aranceles sustituirán los vigentes desde el 1 de abril, cuando se recuperaban los contraaranceles impuestos en la primera legislatura de la Adminsitración Trump.

Aunque todavía se debate sobre una segunda fase de contramedidas. Un plan B que incluiría a los automóviles y otros sectores y que divide a las economías europeas. Francia y Alemania, las de mayor tamaño, optan por ser más agresivos, mientras que España, Italia o Irlanda son más prudentes.