Impagos de deuda. La invasión rusa de Ucrania deja víctimas por el camino más allá de las ahora yermas tierras de la exrepública soviética. El pasado 12 de abril, Sri Lanka recogía el dudoso premio de ser el primer país del Índo-Pacífico en anunciar el default. Muchos economistas nos dicen que la isla es la primera de una larga lista y que la inflación será el verdugo.
Los ojos ahora están en África y las naciones del sudeste asiático, pero también en la gran dicotomía: pagar la deuda o alimentar al pueblo.
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El impago de la deuda en Sri Lanka amenaza con ser el primero de una larga lista culpa de la guerra en Ucrania y del verdugo de la inflación
Impago de 12.600 millones de dólares en bonos extranjeros es una clara advertencia al mundo de que las alarmas comienzan a sonar y que no solo Sri Lanka, una de las naciones del Índico más prósperas, terminará con incumplir sus promesas de pago. Sri Lanka es la primera, pero los expertos con los que he hablado me dicen que no será la única.
El mundo en desarrollo, nos dicen, ve aumentar los precios, escalar las facturas… y eso duele. A la nación del sur de Asia todavía le queda un periodo de gracia, pero nada hace pensar que puede evitar el primer impago de deuda soberana desde que allá por 1948 se independizara de Gran Bretaña.
Los tenedores de bonos están perdiendo mucho dinero, unos 60 centavos por dólar y a pesar de esto el gobierno de Colombo ya dijo que no, que lo sentían mucho, pero que iban a detener los pagos de deuda extranjera.
Una señal más de que los países emergentes están al borde del abismo: inflación exacerbada, cortes en la cadena de suministro y precio de los alimentos desbocado y el potencial agitador habitual de gobierno populistas.
Primera de muchas
Sri Lanka, una economía de 81.000 millones de dólares ubicada frente a la costa sur de la todopoderosa India, ha estado sumida en la agitación política durante semanas (ignorada en muchos casos) entre tasas de inflación anual cercanas al 30%, una moneda que se desploma y una crisis económica que ha dejado al país sumido en una espiral de autodestrucción sin precedentes en la que la moneda más es un papel mojado que la herramienta con la que importar alimentos y combustible.
Una realidad, en todo caso, agravada por décadas de préstamos inflados para financiar empresas públicas deformadas y dispendios en subsidios que han acabado con los ceilandeses en las calles.
Y frente a esto, el gobernador del banco central del país, Nandalal Weerasinghe, confirmaba a los acreedores sus peores pesadillas: el país estaba en mora y se tendrían que aguantar. Será una situación temporal y “preventiva”, asegura, pero las cosas son como son.
De momento, el país ha iniciado negociaciones con el Fondo Monetario Internacional (FMI) para acceder a un programa de préstamos para salir del bache. ¿El otro gran problema? Que en estos momentos Sri Lanka no tiene ni ministro de Finanzas.
Millones de muertos
En el último año, los precios de los alimentos han rebotado un 20% y el mundo, nos lo decía en Capital, La Bolsa y La Vida, este pasado lunes Diego López Garrido, vicepresidente de la Fundación Alternativas y exsecretario de Estado para la Unión Europea (UE) tiene cada vez más cerca una hambruna que podría acabar, en su opinión, con millones de muertos a sus espaldas.
Lo más probable es que, a pesar de todo esto, la inflación no esté, como se afanan en repetirnos los bancos centrales, sobre el 2% en el medio plazo. Es un objetivo que ya pocos creen a pies juntillas. Este es el contexto en el que los rendimientos del bono del Tesoro a 10 años estadounidense ha repuntado en los últimos seis meses un 1,2%.
Un rebote que no veíamos desde la ‘rabieta’ del mercado de 2013 cuando una Reserva Federal (FED) se salió del guión. Fue más fuera de los habitual y las consecuencias las sufrieron las economías emergentes. Es por esto que supervisores desde Nueva Zelanda, hasta Singapur pasando por Sri Lanka se han decidido por adelantar el calendario y volverse más hawkish, pero ni con esas.
China, Argentina, Túnez o Pakistán viven momentos de peligro. El Banco Mundial estima que un 60% de las economías pobres están abocadas al impago de deuda, en comparación con el 15% de 2005. Y es aquí donde surge la gran pregunta: ¿pagar la deuda o dar de comer a la gente?
Sri Lanka optó por esta segunda derivada y así le fue. Quince naciones emergentes negocian aplazamientos de pago de la deuda. Cuatro de estas naciones están en el África subsahariana y el resto pasan por la India, México, Brasil, Turquía, Indonesia y Corea del Sur.
Medidas desesperadas…
Como la de la India para restringir las exportaciones de trigo, anunciada a principios de este mes siguen tensionando el mercado y elevando las previsiones de inflación en otras zonas como Nigeria, Kazajstán o Egipto.
Y así es como Antonio Guterres, el secretario general de la Organización de Naciones Unidas (ONU) ya nos dijo hace unas semanas que nos preparásemos que todavía no habíamos visto lo peor. De momento, a los emergente se les complica el mercado y a todos nos saltan los avisos: por esta guerra que está a miles de kilómetros pagamos todos.