El precio del petróleo toca mínimos que no se veían desde hace años. Es otra de las consecuencias derivadas de la guerra comercial que ha desatado Estados Unidos desde el famoso ‘Día de la liberación’, cuando el presidente Donald Trump anunciaba aranceles generalizados a decenas de países, con especial atención a China. Aunque el miércoles se aplicaba aquello de ‘Donde dije digo, digo Diego’ y suprimía buena parte de las tasas que había establecido una semana antes.

La incertidumbre tiene al mercado desconcertado. Y en esas está el petróleo también. Las perspectivas mensuales de Wood Mackenzie situaban al barril de Brent en una media de 73 dólares este año, siete por debajo de los 80 dólares que había promediado en 2024. Lo cierto es que este viernes cotiza en 63 dólares.

El precio del petróleo se lo pone 'crudo' a Donald Trump

La cotización del oro negro se desploma y se puede convertir en un riesgo sustancial para el porvenir de la economía estadounidense.

Los costes de extracción, el primer obstáculo

La cuestión aquí es que Estados Unidos es productor y exportador de petróleo, con lo cual, no le beneficia un recorte en los precios que reduzca los márgenes. Además, hay que tener en cuenta que la mayor parte de su producción se basa en esquisto, un refinado más caro de sacar al mercado que el crudo. En 2023 era el 64% del volumen de producción de petróleo yankee.

Para JP Morgan la gran amenaza está en los 50 dólares por barril. Ahí empezarían los problemas más serios. A los precios actuales, estiman que la producción se estanque.

La postura de la OPEP

La solución simple, lo que dicta el sentido común, es un parón en la producción para subir los precios. Sin embargo, en esta partida hay muchos más jugadores.

Uno de los principales es la OPEP, que va a acelerar la retirada de recortes de producción anteriores. Es decir, se producirá más petróleo y, por tanto, los precios podrían presionarse a la baja aún más.

Goldman Sachs ha situado su previsión de crudo Brent para final de año a 40 dólares por barril. Eso sí, cualquier signo de desescalada en el conflicto comercial podría desencadenar un repunte del precio.

Tradicionalmente, la caída de los precios ha sido un reflejo del temor a una desaceleración brusca del crecimiento, un enfriamiento del mercado laboral o una recesión.