¿Y ustedes quisieron ser aquel agente 007 que destapaba el mal al borde de un acantilado? ¿Quisieron ser el inspector Clouseau de la Pantera Rosa que a pesar de su incompetencia y caos salvaba al mundo a contrarreloj?
¿Quisieron ser ustedes espías de primera? ¿Quisieron ustedes, en algún momento de su vida, ver entre los recovecos los secretos y rumores de su vecino? ¿Y los del mercado?
En el imponente y leal templo de la economía, en el corazón de las finanzas españolas a los ‘fisgones’ también se les hace sitio. ¡Y hasta una galería! La Galería de los Fisgones.
Escucha el quinto episodio de "Historias de la Bolsa", un podcast en colaboración con BME:
Negociado en corros y subastas a grito, a voces entre compras y ventas que llegaban al primer piso del Palacio de La Bolsa subían unas escaleras a toda prisa para coger sitio. Ver el espectáculo en una época en la que los curiosos entraban, con un pequeño pago previo para hacer del mercado su ‘circo’ matutino.
Hoy no se oyen ni voces ni carreras.
Pero sí que está la esencia del mercado en el ábside central del emblemático palacio: Madrid y Barcelona como los dos grandes pilares de la economía española. Del siglo XIX y del XXI. Y entre la capital y la ciudad condal entre ellas el lema del mercado: sin paz no hay comercio tal y como se afana en explicarnos, un día más, María Iglesias, responsable de eventos del Grupo BME.
Sin cristaleras, en la Galería de los Fisgones todo era posible. A imagen y semejanza de la herradura del tempo entre sus pasillos se hacían hueco los ‘cotillas’ que llevados por la tensión y furor del mercado arrojaban colillas, zapatos y lo que se les pusiera en mano a los agentes de cambio y bolsa que participaban (y protagonizaban) las sesiones diarias de la bolsa.
La Galería de los Fisgones de este siglo XXI es un solar. Apenas por allí pasan las visitas que dan la vida al Palacio de la Bolsa post-pandémico. Hay un par de sillones en los que descansar y tomarse un descanso. Un par de estanterías en las que dejar el bolso y tres vitrinas relucientes entre el silencioen las que se refleja el granito rojo pulido que entre colores tierras y óxidos cálidos.
De la mano a la máquina
Cierta tranquilidad que se rompe por el frío de las máquinas de registros, útiles… serviciales porque permitían acelerar los registros, esta era la solución para mejorar la eficiencia del mercado español.
Además, con una curiosidad entre sus teclas que, también, era importante: la caligrafía para que se entendiera bien de lo que se hablaba y las órdenes que se daban. Órdenes que quedaban registradas en papel.
En acciones y cupones, operaciones realizadas en torno a los mandatos que debaja el tercer de nuestros pilares de la galería.
Confusión de Confusiones, el primer tratado de bolsa, un libro con una clave y es que datado de 1688 cuenta con un vocabulario de lo más actual, con la palabra corrupción ya haciendo mella desde tiempos del imperio de los Austrias. Unos monarcas que inauguraron el Palacio en el que se representa, como en ningún otro lugar de la geografía española, el pasado, presente y sobre el que se vislumbra el futuro de nuestra economía…
¿La próxima estación? Mirando al cielo y entre ilustraciones.
Desde aquí y llevados por la tensión y furor del mercado los visitantes arrojaban colillas, zapatos y lo que se les pusiera en mano a los agentes de cambio y bolsa
