La matanza de Bucha pone en jaque a Europa. Las sanciones se endurecen contra el Kremlin después de ver las imágenes de cadáveres maniatados en la localidad cercana a Kiev tras el paso de las tropas rusas en las últimas semanas.
Moscú niega cualquier atrocidad. La Unión Europea la defiende e insiste en que la dependencia energética debe disminuir a marchas forzadas. Francia, Italia y Alemania viven horas críticas entre declaraciones de condena y el riesgo a que parar la importación suponga un apagón generalizado.
Escucha la historia completa en este podcast de Mercado Abierto:
París se enfrenta a la crisis con las centrales nucleares apagadas mientras Alemania e Italia no se ponen de acuerdo sobre cómo poner fin a una relación de más de medio siglo
Durante medio siglo el gas ruso ha estado calentando a Europa; alimentando a los hogares y las empresas con un vínculo que siempre ha sido controvertido, pero que estableció profundos lazos económicos de los que hoy a los gobiernos del viejo continente les cuesta desatarse.
Europa ha eximido deliberadamente de las sanciones a los suministros energéticos procedentes de Rusia porque, en este momento, el suministro de energía de Europa para la generación de calor, movilidad, y electricidad, no puede asegurarse de ninguna otra manera.
Una relación comercial entre gigantes
Olaf Scholz, el canciller alemán hablaba la semana pasada cuando se le preguntaba sobre sus intenciones para reducir la dependencia de Rusia y asegurar la autonomía energética de un país que, a día de hoy, no pueden emprender un camino en solitario.
Pero tampoco quieren pasan por el tamiz del Kremlin. No quieren tener, por necesidad, que sucumbir a los intereses de Vladímir Putin, aunque tampoco saben cómo librarse de las cuerdas del ruso.
Moscú, no descubrimos nada al contarlo, suministra gas a todos los países de Europa. A unos más que a otros. A Alemania y los del Este la dependencia los convierte casi en ‘títeres’ de Putin. Aproximadamente el 50% de las importaciones vienen del gigante euroasiático. Según datos de aduanas, a Berlín fueron parar casi un 20% de todas las exportaciones de gas ruso en 2020, siendo así el mayor cliente del inquilino de la Plaza Roja.
Medio siglo de tira y afloja
Para analizar esta situación con profundidad tenemos que trasladarnos hasta 1955. En este año el canciller, Konrad Adenauer visitó Moscú por primera vez en la historia para establecer relaciones diplomáticas con la todavía Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS). En 1958 se firmó un acuerdo comercial y, en 1960, el comercio bilateral entre ambos países estaba en pleno auge.
Adivinen la razón... los grandes recursos petrolíferos y gasistas rusos que hizo de Alemania el principal destino de las exportaciones con las consecuencias y el desarrollo de un gigantesco negocio energético para Stalin.
Así las cosas, la semana pasada, Putin decía a los países europeos que le tendrían que pagar en rublos si querían gas.
El órdago lo vieron en Berlín y el ministro de Asuntos Económicos, Robert Habeck dijo que ya estaba preparando a la sociedad para acabar con la dependencia rusa. Hoy las cotizaciones en su mercado eléctrico eran las más baratas de Europa. Si el movimiento sale adelante, podrían acabar por encima de las cuatro cifras.
Italia mira hacia África
Algo parecido pasa en Italia. Aunque aquí hay diferencias. El apagón podría llegar por su gran dependencia, pero la cercanía a África, concretamente, a Argelia y su gasoducto hacen que las fuentes de acceso al gas sean más variadas que las alemanas.
Aun así Mario Draghi, el primer ministro se coloca de frente a Putin y dice que pagarán, pero en dólares o euros.
Mientras, su ministro para la Transición Ecológica, Roberto Cingolani aseguraba ante el Senado tras decirlo en una entrevista en la televisión pública, que el objetivo era acabar cuanto antes con las importaciones.
Aquí tienen cinco gasoductos, tres del sureste y dos del norte, lo que facilita un poco la diferenciación. Además, hay tres plantas de regasificación con las que mejorar el proyecto existente de autonomía.
Apagón ¿realista? en Francia
Y mientras en Francia el presidente, Emmanuel Macron, se enfrenta a nuevos problemas de suministro. Decía esta mañana en la emisora France Info que el ataque perpetrado este fin de semana en la localidad de Bucha, a las afueras de Kiev y que ha dejado para la historia imágenes de cadáveres maniatados en la localidad tras el paso de las tropas rusas en las últimas semanas, no podía quedar impune.
Las sanciones se endurecerán. Lo dicen Macron y Bruselas que, en estos momentos, las discute. Lo dice también Eduard Heger, presidente de Eslovaquia, que ha desautorizado este lunes en un mensaje en Twitter a su ministro de Economía que en las últimas horas ha dicho estar dispuesto a pagar en rublos los suministros de gas ruso antes que prescindir de ellos. Heger confirma que las compras de la materia prima, bajo su mandato, se harán de acuerdo con el resto de socios de la Unión Europea.
Aun con todo, en París se encuentran en alerta naranja ante el riesgo de problemas de suministro eléctrico en el país por el fuerte parón de sus centrales nucleares, casi la mitad del parque instalado se encuentra parado por mantenimiento y el cortar con el gas ruso podría terminar por sumir al país en las tinieblas.
A este lado de los Pirineos, en España, decía este lunes en un evento del diario El Español, Ignacio Sánchez Galán, presidente de Iberdrola que estamos mejor por el mayor peso de las renovables y que a pesar de los cuestionamientos el apagón está descartado. Se hizo hace meses cuando Austria lanzó una alerta similar, pero la guerra todavía no estaba en el punto en el que está hoy.
En Francia, Alemania o Italia, en estos momentos, la situación es más confusa.