La computación ha entrado en una nueva era: La era de los sistemas cognitivos. ¿Podemos decir que ya ha llegado el HAL 9000?

Hablamos de máquinas que serán capaces de entendernos e incluso adelantarse a nuestros pensamientos. Hablamos del siguiente paso a la inteligencia artificial: la tecnología cognitiva no se programa, sino que aprende, entiende el lenguaje natural y analiza datos no estructurados en tiempo real.



Se trata de una tecnología que demuestra la capacidad de las máquinas para tomar decisiones inteligentes a partir del análisis de millones de datos. Y un ejemplo de tecnología cognitiva es Watson, un sistema desarrollado por IBM que selecciona y procesa la información más adecuada para cada situación. Su herramienta son los datos y su objetivo es procesar todos aquellos que todavía no se han analizado y que pueden aportar un gran valor.

A largo plazo, la idea de IBM es que Watson sea capaz de interactuar en gran cantidad de procesos del mismo modo que lo haría un humano.

En general, Watson es aplicable a cualquier área en la que haya mucha información, ya que es capaz de procesar muchos datos. Y cuenta con diversas aplicaciones. Una de ellas es la medicina: en este campo, el objetivo de Watson es apoyar la labor del médico, hacer que los profesionales de la salud puedan desarrollar su trabajo de forma más eficiente.

En un futuro, la idea es que Watson no sólo pueda evaluar cómo se encuentra una persona, sino que vaya incluso más allá y sea capaz de detectar algún problema en fase temprana y pueda recomendarle al paciente que se haga un chequeo porque sospecha que algo no va como debería.

Desde luego, en este mundo de tecnología cognitiva y asistentes virtuales no nos faltan opciones. Encontramos un amplio abanico de posibilidades. La última en apearse a este mundo es Amy, una especie de secretaria personal que maneja y gestiona nuestra agenda.

Amy es capaz de entender cómo nos expresamos y, sobre todo, a través de e-mails. Aunque todavía no hemos tocado techo porque el mundo de los bots todavía tiene recorrido por delante.

El HAL 9000 que creó Stanley Kubrick ya está aquí. Eso sí, menos autodestructivo y más amigable.