Al millonario Sir Richard Branson, fundador y dueño de 400 empresas que sólo tienen en común el éxito y la imaginación, le entrevistaron el pasado viernes en Nueva York. Fue sobre un escenario del Lincoln Center, durante el World Business Forum, en uno de esos sillones minimalistas que llaman canapés. Lo que más me impresionó fue su timidez. No imaginaba que este magnate aventurero, famoso como Donald Trump (y con un peinado parecido) fuese tan vulnerable y risueño, tartamudeo británico incluido, frente al entrevistador. Estas son algunas notas del natural que tomé durante el encuentro.
1. Richard Branson pasa seis meses al año viajando. Toma un montón de aviones, visita decenas de oficinas, se reúne con gente. Los seis meses restantes se relaja en su mansión del Caribe, donde hace windsurf, enseña a nadar a ancianos y recibe a personas cuyas ideas le interesan.
2. A Sir Branson le gusta delegar; él es dueño de Virgin, pero la gestión diaria la llevan otros. Lo único administrativo que hace es que, cuando una empresa supera los cien empleados, Branson se presenta allí, conoce al personal y la divide en dos. Dos empresas de cincuenta personas. No sólo las separa burocráticamente; las coloca en edificios diferentes para que no trabajen juntas. Dice que, cuando la firma supera los cincuenta empleados, resulta difícil que todos se conozcan entre si.
3. Los empleados de Virgin no tienen límite de vacaciones. Se pueden tomar un mes o tres o seis. Pueden diseñar su fin de semana: descansar domingo y lunes, o lunes y viernes, o cogerse tres o cuatro días si quieren. El entrevistador le pregunta a Branson si no hay empleados que se aprovechan; Branson no es muy claro al respecto. De su expresión intuimos que todo suena precioso, pero que en Virgin, como en cualquier otra compañía puntera, al final, hay que rendir.
4. Evidentemente, los empleados de Virgin no tienen que ir de traje y corbata. Es más: una vez al año tienen la llamada corporate week, donde todos tienen que comportarse como si trabajasen en una multinacional grande y seria. Fichar a las nueve, fichar a las seis, llevar traje y corbata, no poder usar redes sociales, y cosas por el estilo. Branson dice que los empleados lo odian. Dice que lo hace para demostrar que la suya es una compañía muy afortunada.
5. Una vez, allá por los años ochenta, el joven Richard Branson tenía una cita con una “hermosa mujer” en las Islas Vírgenes. Llegó al aeropuerto lleno de impaciencia; como el avión casi no tenía pasajeros, le dijeron que se iba a quedar en tierra. Branson consiguió una pizarra y fue por todo el aeropuerto persuadiendo a gente para que comprase un billete a las “Virgin Islands”, pintadas con tiza. Consiguió llenar el avión; alguien le dijo: “Te iría bien en este sector”. Fue así como Branson concibió la idea de fundar unas aerolíneas.
6. Cuando empezó con Virgin Airlines, un amigo empresario le dio un consejo. Le dijo: “Tú no tienes el presupuesto para publicidad de British Airways, así que debes hacer lo posible por salir en las portadas de los periódicos, no en la parte de atrás. Aunque quedes como un bobo”. Desde entonces, Branson ha batido varios récords mundiales cruzando el mar y el aire y su melena platino flamea al sol frente a las cámaras de televisión a la primera oportunidad.
7. Branson dice que de joven era muy tímido, y que le costó mucho trabajo entrenarse para ser más abierto. Se nota esa tensión de quien se obliga a decir lo primero que le pasa por la cabeza. Hasta hizo una broma gruesa e incorrecta sin importarle lo más mínimo. Toda la ópera rompió a carcajadas, y él, que tenía los ojos húmedos de reír, se encogió de hombros y dijo: “Sorry”.
Argemino Barro, Nueva York.
Foto: R. Branson en la conferencia de Gulltaggen, en Oslo; (cc) Jarle Nautsvik, 2010.