Crear valor bajo cualquier escenario y aumentar la resiliencia son los grandes objetivos de Repsol dentro de su Plan Estratégico 2016-2020, el primero tras la compra de la canadiense Talisman. Para ello, la compañía se focalizará “en la eficiencia y la gestión de la cartera de activos”. Y debe hacerlo a pesar de los bajos precios del petróleo, manteniendo la retribución al accionista y reduciendo su endeudamiento.

La petrolera española contempla un ambicioso plan de desinversiones y una fuerte reducción del capex en torno al 40% respecto a 2014, para proteger el dividendo y mantener el perfil de deuda, para combatir los precios del crudo. Repsol venderá activos “no estratégicos” por valor de 6.200 millones de euros (la mitad en los dos primeros años), para reducir el 38% el volumen de inversión “hasta alcanzar el perfil de compañía deseado”.

El plan a cinco años de la compañía liderada por Josu Jon Imaz también contempla frenar la inversión anual en producción y exploración, con un recorte del 40% respecto a los 6.700 millones de 2014.

Con esta estrategia, Repsol prevé generar una caja de 10.000 millones de euros para mantener el dividendo (flexible y en torno a un euro por acción) y reducir su deuda para mantener el rating. Por otro lado, la petrolera estima conseguir unas sinergias anuales de 2.100 millones de euros por ahorros y la integración de Talisman a partir de 2018.

Por otro lado, la cotizada española avanzó ayer previsiones de resultados. El grupo prevé ganar este año entre 1.250 y 1.500 millones, tras el deterioro de activos por la caída de los precios del crudo. Contempla además una provisión de 450 millones por deterioro de una serie de activos de gas y electricidad en Norteamérica e hidrocarburos no convencionales en Estados Unidos.



 

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