Tres días, como mucho, quedan paras saber si Jerome Powell se queda al frente de la Reserva Federal a partir de febrero o el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, apuesta por un perfil menos “consumido” por la pandemia, como sería el de Lael Brainard.
¿Hacia dónde puede llevar cada uno al banco central más influyente del mundo? ¿Quién terminará liderando la FED los próximos años?
Escucha la historia completa en este podcast de Mercado Abierto:
A quien elija Joe Biden para dirigir el banco central más influyente del mundo ligará el resto de una legislatura que puede acabar truncada
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Joe Biden en esto no quiere ser “el malo de la película”. Asegura que ambos candidatos, tanto el actual presidente, Jerome Powell, que optaría a un segundo mandato al frente al banco central más importante del mundo, como Lael Brainard, gobernadora de la junta de dirección, son buenos candidatos.
Pero solo puede quedar uno. Y uno de ellos, lo decía el pasado 22 de octubre ante el Comité de Banca del Senado, la socialista, Elisabeth Warren, es un hombre peligroso.
Unas declaraciones que pillaron por sorpresas a todos por su dureza verbal. Pero que no fueron fruto de la pasión dialéctica de la política. Porque horas más tarde, en la CNBC, Warren pudo retractarse… y no lo hizo.
Bien es verdad que estas palabras eran “efectistas”, pero no “sorprendentes”. Warren, si lo recuerdan, senadora por Massachusetts, le disputó a Biden, en 2020 la carrera presidencial por la Casa Blanca. Se cayó de la terna por ser “demasiado progresista”, que traducido esto a lenguaje político europeo, es poco menos que “comunista”.
Y claro… a Jerome Powell, abogado de profesión, salvador de la economía planetaria en sus ratos libres y responsable de reducir el mayor balance del mundo, lo eligió Donald Trump, el más republicano de los últimos presidentes que ha tenido Estados Unidos.
Si bien para el magnate era una moderado, para el resto del mundo fue quien, tras ser ratificado por el Senado, le quitó a Janet Yellen (actual secretaria del Tesoro) el bastón de mando de la Reserva Federal.
“Constructor de consenso” como le denominaba durante sus primeros días al frente del supervisor su predecesor en el cargo entre 2006 y 2014, Ben Bernanke, ha acabado siendo el dinamitador de la economía estadounidense.
Una economía ahogada por una subida de los precios que, en el último mes, repuntaba un 6,2%, la tasa interanual para la inflación más alta de las últimas tres décadas y con un mercado de trabajo que se vuelve a acercar a cifras de pleno empleo.
Ante las presiones… Powell el pasado 3 de noviembre actuó. Arrancaría con el tapering.
Tras el que vendrían subidas de tipos. Aunque, de momento se quedan cerca de cero. Y en lo que sí que era intransigente era con la inflación, que decía está subiendo (y mucho), pero no se agobien en el medio-largo plazo terminará volviendo a la senda del 2% que nos marcamos como objetivo.
En su defensa, decir que la presidenta del Banco Central Europeo (BCE), Chistine Lagarde y su homólogo británico, Andrew Bailey dicen lo mismo: “las subidas de precios serán temporales”. En su contra, queda todo lo demás.
Brainard: la dama roja
Powell, en las quinielas, es el favorito, pero enfrente está ella.
Leal Brainard, entrevistada ayer mismo en la Casa Blanca para asumir el cargo por el presidente Biden. Perfil “progresista” (de nuevo, aparece esta palabra) y preferida, en consecuencia, por el Partido Demócrata. Y si tienen estos, los burros, la mayoría en el Senado y la Cámara de Representantes… ¿ya está hecho no? No, porque los republicanos no lo apoyarían y en estos momentos a Biden le interesa construir puentes porque este año que entra, viene con elecciones.
A lo largo del último mandato Brainard ha disentido en 23 votaciones de la junta, regularmente, para protestar contra la flexibilización de las reglas bancarias. Ante el dólar digital, cree que hay que ponerlo en marcha cuando antes. Sobre cambio climático, dice que hay que ser más ambiciosos y alega por publicar cuanto antes el nuevo marco normativo para que las inversiones de las cotizadas de Estados Unidos sean “verdes”. Lo único que puede provocar la llegada de Brainard… una subida de tipos antes de lo esperado.
La economía le quiere a ella...
Pero a pesar de que Brainard llega con (posibles) políticas inflacionistas bajo el brazo, voces de todo espectro, presionan a Biden para que le dé una oportunidad. Simon Johsnon, quien fiera economista jefe del Fondo Monetario Internacional, critica que Powell quiere recortar los estímulos demasiado pronto.
Joseph Stiglitz, premio Nobel de economía, dice que no entiende que se quiera renovar a Powell. Alega que no es la “persona indicada” y J. Bradford DeLong, profesor de economía en la Universidad de California en Berkeley que renovar a Powell sería un “error histórico”.
Presiones externas, pero también internas. Del halcón más famoso de la junta de gobernadores: James Bullard, presidente de la FED de Sant Louis, quien considera que hay que tratar de “atajar la inflación con la mayor rapidez posible”.
Se lo decía hace un mes a Bloomberg y lo ha repetido de manera insistente cada vez que ha tenido oportunidad. Otra de las razones a favor de Brainard, que no se ha visto involucrada en escándalos de compra de acciones en el Powell, sí. De hecho, tuvo que modificar el código ético de la FED para cumplir con la ley.
Además, el salario de los trabajadores en Estados Unidos no deja de aumentar. Las presiones sobre los precios, ni mencionarlas y sus expectativas ya se tiñen de rojo bermellón hasta empujar a Powell cerca del abismo de su caída.
... pero todo apunta a Powell
Sin embargo, todo el mundo tiene claro que a partir de febrero (cuando expira el actual mandato de Powell), él será quien siga al frente de la FED. Las casas de apuestas lo tienen claro. Las bolsas, no tiene miedo y a ellas lo que les gusta es la estabilidad.
Aunque Brainard llega pisando fuerte y todos dicen, en un primer momento se puede tomar mal su elección. Pero en el largo plazo, dos mujeres, Yellen en el Tesoro, ella en la FED, podrían ser un buen “sucedáneo” para las políticas económicas de Biden.
Un presidente que, lo único que tiene claro, es que en cuatro días tiene que decidir a quién coloca al frente de un banco central al que ligará su futuro en la Casa Blanca.