Básicamente estos robots se encargan del asesoramiento de inversiones o la gestión de activos. Esto es un ejemplo de economía digital, que deja a relucir las ineficiencias que se están solventando con la tecnología. Ya que se pueden hacer asesoramientos con menos costes, de manera que los inversores puedan ahorrar comisiones. Pero esto no sirve para todo, hay una parte del asesoramiento donde es imprescindible la intervención humana. Hay que “dedicar el esfuerzo donde los seres humanos podemos aportar más valor, ahí de momento no nos pueden sustituir”, nos decía Inés. El servicio se divide en dos parte: hay cosas que se pueden automatizar, pero hay cosas donde sigue siendo imprescindible la acción humana.
Lo que nos propone Inés Muñoz es “ganar allí donde la tecnología nos puede ayudar y centrarnos en aportar valor allí donde la tecnología no puede llegar”.
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