Las empresas salen despavoridas de Rusia. El boicot llega a la banca, el comercio… con el objetivo, lo decía la pasada semana el ministro francés de Finanzas, Bruno Le Maire, de “provocar el colapso económico de Moscú”.
Pero más allá del gas, el crudo o los cereales está el producto “made in Russia” que triunfa en un mundo que ahora le da la espalda. ¿Qué está pasando con el vodka?
Escucha la historia completa en este podcast de Mercado Abierto:
A pesar de que la mayor parte de la producción de este licor tiene lugar en Francia o Polonia, las cadenas de supermercados y algunos estados de EE.UU. han vetado su presencia
Los brindis cada vez van a menos. Europa y Estados Unidos se quieren ir de fiesta, pero Rusia no les deja. Ni petróleo ni cubatas. El boicot llega a las discotecas y las reuniones “privadas” en alguna que otra casa que, por la pandemia de la COVID-19, se pusieron tan de moda.
La invasión rusa de Ucrania no está gustando a nadie y menos a la economía. En 11 de los 50 estados de Estados Unidos, también en Canadá o Noruega y las ahora más cerca de Occidente, Suecia y Finlandia, el “oro transparente” con algún que otro grado de alcohol a sus espaldas, mítico en las mesas desde Moscú hasta Anádyr, en el extremo oriental del gigante euroasiático, queda terminantemente prohibido.
De igual forma, en Reino Unido o Letonia, las bandejas de los supermercados han dejado de ofertar el vodka, siendo tres de los principales exportadores mundiales de este destilado.
A todo esto se suma la histórica licorería romana Bernabei que suspendía la semana pasada todas las ventas de licor de fabricación rusa, a pesar de representar el 25% de sus ingresos.
Putin, 'made in vodka'
Pero no se crean que esto puede tener efecto alguno sobre que los tanques avancen inexorablemente por los territorios ucranianos, obligando a millones de ciudadanos, hasta ahora, más de un millón, a lanzarse a la huida y, de la noche a la mañana, pasar a ser un refugiado.
Nada de esto motivará un cambio de parecer sobre ofensiva militar porque aunque en la época de Iván El Terrible, para la economía rusa un tercio de los ingresos totales procedían de este líquido, hoy apenas es un 3% del consumo europeo.
El vodka que ustedes beben, si son aficionados a ello, hoy en día llegan de Francia o Suecia que, en 2020, se configuraron como los mayores exportadores del licos del mundo.
En el extremo contrario de la balanza, los importadores: Reino Unido, Alemania y Letonia que se gastaron más de 50 millones de dólares en la importación del destilado, en comparación con los 6.800 millones de euros en vodka consumidos por todos los europeos en el ejercicio de la pandemia.
Es más, el Kremlin ya no puede reclamar el monopolio del vodka porque Polonia, Suecia y Finlandia ya cuentan con la ‘denominación de origen’ de sus ‘espíritus’.
El vodka no es ruso
La marca Absolut es sueca, Grey Goose y Ciroc son francesas, Ketel One es holandesa… A demás de las marcas ya citadas, tampoco las que tienen nombres tan rusos como Smirnoff, Eristoff o Stolichnaya, se producen actualmente allí.
Russian Standard es el único vodka hecho en Rusia con una cuota de mercado significativa y luego estaría Beluga, aunque se trata de una marca más minoritaria, perteneciente al segmento 'ultra premium', esto es, si quieren vodka ruso (ruso) hay que pagar o de lo contrario, mantengan la conciencia tranquila que sus ‘copas’ no financian una guerra de ánimos imperialistas.