HSBC no quiere, pero le hacen pensar en la escisión. La mayor aseguradora de China y también su accionista más poderoso, Ping An quiere romper a la entidad británica y convertirla en una Hidra de Lerna con una cabeza mirando a Occidente y la otra hacia Oriente, al corazón de su negocio.
Entre las sombras que desde hace años la persiguen, sus títulos acogen con buenas sensaciones una posibilidad como esta.
La presión de acabar con un modelo de negocio vigente durante el último siglo cada vez es mayor, pero ¿cómo podría afectar a la firma una dualidad como esta? ¿Acabará la escisión en ascenso y caída?
Escucha la historia completa en este podcast de Mercado Abierto:
La mayor aseguradora de China y principal accionista, PIng An, quiere que el modelo de negocio de la británica rompa un camino que la ha convertido en el mayor banco de Europa y quinto del mundo
Dinero del narcotráfico, paraísos fiscales, hoteles en Miami y farmacéuticas usadas para producir metanfetamina. Podría ser el tráiler de la exitosa serie, Narcos, pero es parte de una sentencia de un informe del Senado de Estados Unidos que involucraba, allá por 2012, al mayor banco por gestión de activos de Europa, el HSBC, en un escándalo de lavado de dinero del narcotráfico en México.
Un escándalo que cerró con el pago de una pena multimillonaria por haber financiado a capos de la droga y terroristas internacionales que se podrían haber infiltrado en el sistema financiero de los Estados Unidos.
Entonces, el senador Carl Levin, presidente de la subcomisión que investigó el caso concluyendo que el sistema de vigilancia para que cosas como estas no pasaran del HSBC contaba con “series deficiencias”.
Unos hechos por los que Irene Dorner, presidenta por aquellos años del HSBC para Estados Unidos y América del Norte, dijo ante los legisladores lamentarse por no cumplir con lo que se esperaba de ellos.
Epicentro del 'caso Falciani'
Esto fue en 2012. En 2015, se descubrió en Suiza el que a la historia ha pasado como el ‘Caso (y la lista) Falciani’. Una investigación con 130.000 nombres de potenciales evasores fiscales como los que escuchábamos, entre los que destacaron españoles como el expresidente del Banco Santander, Emilio Botín o el piloto asturiano de Fórmula 1, Fernando Alonso.
Entre 2006 y 2008, el ingeniero informático de la sucursal en Ginebra de la británica, Hervé Falciani, anduvo copiando los datos de diferentes defraudadores de varios países de la Unión Europea. Un caso que buscaba proteger cuentas por valor de más de 100.000 millones de dólares .
2014 tampoco fue un buen año para HSBC después de que el 27 de noviembre de aquel entonces el Gobierno del país andino presentara una (otra) denuncia por evasión fiscal de, al menos, 4.000 ciudadanos en connivencia de la entidad.
Apenas diez días antes un juez belga acusó a la filial helvética de HSBC de fraude tributario y lavado de dinero por ofrecer a comerciantes de diamantes y otros clientes de cierto poder adquisitivo formas de esconder su dinero y evadir impuestos.
Y junto a Goldman Sachs y Standard Bank además de BASF se lo denunció por haber conspirado desde 2007 para manipular la fijación de los precios del platino y el paladio.
Hidra por Occidente y Oriente
The Hong Kong and Shanghai Banking Corporation, HSBC, ahora llama a la puerta de una escisión. Presiones de división por su mayor accionista, la aseguradora Ping An, para separar sus operaciones en Occidente y Oriente, dejando de lado el que ha sido un enfoque dual (que ha funcionado) durante más de un siglo.
Los contratiempos geopolíticos de los últimos tiempos podrían ser la razón para acabar con una entidad que mira a Estados Unidos y la Unión Europea al mismo tiempo que a la China autoritaria de Xi Jinping.
Una idea que accionistas minoritarios en la junta y también el segundo entre los diez primeros le comentan a Financial Times que podría ser “bastante interesante”. La estructura, le dicen a la cabecera británica, no es “sostenible” y un cambio como este tiene sentido porque, aseguran, no se crearía una nueva institución bancaria “desde cero”.
Escisión que también daría a los accionistas más opciones para averiguar qué partes del banco son las que dan mejores resultados para sus más de 40 millones de clientes y 200.000 empleados con operaciones entre 64 países.
Ping An considera que debe de darse un nuevo equilibrio entre los intereses chinos y occidentales para la banca que, por a poco, se van a ver más complicados de conjugar.
Otro de los problemas que la aseguradora del dragón asiático ve en el horizonte es la reciente decisión del Banco de Inglaterra de obligar a HSBC a cancelar el dividendo. Una norma que pesa desde el estallido de la pandemia de la COVID-19 y que frustra a la firma porque a pesar de que la mayor parte de las ganancias se obtienen de Asia, en particular, en Hong Kong, los reguladores del Reino Unido todavía supervisan las operativas de este prestamista.
HSBC no siempre ha mirado al mundo desde Londres. A la capital británica se trasladó cuando compró Midland Bank en 1992 y para cumplir con la ley británica, sus operaciones de consumo están formalmente separadas del resto del grupo.
Otros accionistas dicen hoy también que sería una opción compleja, pero que podría acarrear un incremento de costes por impuestos y capital. Ingresos que estaría en riesgo y distraería a la firma de su objetivo. Sobre esta línea firmaba en Mercado Abierto Josep Prats, gestor de Abante Asesores.
Bien es verdad que algunos bancos globales con fuerte presencia en Asia han logrado, a través de estrategias similares, mejorar su diversificación del negocio y crecer más allá de Oriente Medio. Standard Chartered y UBS así lo han hecho y las cuentas lo han demostrado. En el primer trimestre les han valido las mejores métricas desde 2007.
Mercado errático
Desde que tocaron mínimos de 25 años en septiembre de 2020, las acciones de HSBC se han recuperado desde entonces un 85% y la noticia de hoy la acogen los inversores con optimismo a pesar de que en su junta no se quiere ni oír hablar de una posibilidad como esta.
HSBC vuelve a estar en el foco de atención mundial aunque esta vez deja de lado el lavado de dinero para dar paso a una estrategia con la que un banco primero hongkonés y luego británico quiere convertirse en una entidad que va más allá de las etiquetas por la desglobalización de un mundo dividido.