"Blue Origin ha presentado una demanda ante el Tribunal de Reclamos Federales de Estados Unidos". Con estas palabras, un portavoz de la compañía espacial de Jeff Bezos anunció la demanda a la NASA por no aceptar la candidatura de su empresa para construir el módulo de aterrizaje de Artemis, la misión para volver a la Luna. El otro nombre en la contienda: Space X y su cabeza más visible, Elon Musk. La Guerra de las Galaxias tiene una nueva entrega.
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En los meses más duros de la pandemia, abril de 2020, la NASA anunció qué empresas serían las encargadas de construir ese módulo de aterrizaje para regresar en 2024 al satélite terrestre. Space X, Blue Origin y Dynetics eran las elegidas.
La empresa de Jeff Bezos era Blue Moon, un lander como los usados en las misiones actuales. Compuesto por tres partes, Blue Origin era la encargada de fabricar la parte inferior que, según sus planes, será la encargada de tomar tierra en la superficie lunar.
La parte central es parte de Lockheed Martin, que se soltará para despegar de vuelta de la Lunam y Northrop Grumman haría una tercera parte que ofrece propulsión para llegar a la Luna.
Por su parte, Elon Musk proponía utilizar Starship para aterrizar en la Luna y Super Heavy como cohete para llegar ahí. Ambos están actualmente en desarrollo.
Starship se ha diseñado como una nave espacial totalmente reutilizable, la idea es poder utilizar las naves Starship en distintas misiones tanto para orbitar como para ir a la Luna o a Marte.
Space X, la elegida
Ante las tres propuestas y con los dos nuevos agentes de la carrera espacial en liza, la NASA tomó partido. La elección fue rápida: Space X.
En principio, el presupuesto destinado para este contrato eran 5.900 millones de dólares. La compañía de Musk rebajó su propuesta a 2.900 millones, una jugada que le valió el contrato.
"Creemos firmemente que los problemas identificados en esta adquisición y sus resultados deben abordarse para restaurar la equidad, crear competencia y garantizar un regreso seguro a la Luna para Estados Unidos», dijo Blue Origin.
La compañía agregó que busca "remediar los fallos en el proceso de adquisición que se encuentra en el Sistema de Aterrizaje Humano de la NASA".
Bezos y su equipo legal no han querido apagar los motores de su sueño espacial y pusieron una queja formal ante las autoridades estadounidenses. En esta alegaban que el contrato no era justo al escogerse sólo una empresa para realizar el módulo.
Duelo de egos espaciales
Conquistar el espacio es uno de los sueños del ser humano, un deseo que se ha reactivado en los últimos años. Si en el pasado siglo, los protagonistas eran las agencias espaciales estatales, personificadas en la URSS y la NASA, ahora tienen nombres y apellidos: Elon Musk, Richard Branson y Jeff Bezos.
Y, precisamente, Branson ha sido el primero que ha cumplido su sueño de volar al espacio, aunque no sin cierta polémica. "Siempre he sido un soñador. Mi mamá me enseñó a no rendirme nunca y llegar hasta las estrellas", escribía Branson en su cuenta de Twitter.
Con ese mensaje, el multimillonario británico despegó a mediados del mes de julio a bordo de una de sus naves de Virgin Galactic. Formó parte de una tripulación con otras 3 personas, la directora de instrucción de astronautas de Virgin, Beth Moses; el director de ingenieros Colin Bennett; y la vicepresidenta de investigación de la compañía, Sirisha Bandla.
En apenas 15 minutos, la nave Unity 22 tuvo tiempo para despegar, alcanzar una altitud de 85 kilómetros y aterrizar felizmente en una zona desértica de Nuevo México.
Pero, esa cifra, los 85 kilómetros, es el picante de esta batalla junto con la línea de Kármán. Este límite imaginario entre atmósfera y espacio exterior, aceptada por la Federación Aeronáutica Internacional y establecida en los 100 kilómetros sobre el nivel del mar por Theodore von Kármán.