La vacunación ha comenzado ya en las regiones afectadas, en las que se prioriza a trabajadores sanitarios y personas que han tenido contacto con infectados, además de los contactos de los contactos, en un proceso que se ha denominado “vacunación en anillo”. Se utilizan dosis de la vacuna experimental rVSV-ZEBOV, que se probó por primera vez en Guinea Conakri en la epidemia de 2014.
El portavoz de la OMS, Tarik Jasarevic, confirma a Entre Líneas que se han vacunado ya a más de 400 personas en la ciudad de Mbandaka, para desplazarse después a Bikoro e Iboko, donde se han detectado un mayor número de casos. “Consideramos que por cada caso confirmado hay entre 100 y 150 contactos que deben ser vacunados”, explica.
El brote afecta por ahora a tres zonas de la provincia de Équateur y aunque comenzó en una zona rural el pánico se extendió cuando llegó a Mbandaka, un núcleo urbano con más de un millón de habitantes y nudo de transporte de la región a orillas del río Congo. El riesgo de propagación es más grande en esta ciudad, pero Jasarevic apunta que la dificultad estará en las zonas rurales: “El riesgo de contagio es más bajo pero es más difícil encontrar a todos los afectados, porque el terreno es difícil y las infraestructuras débiles y las personas se mueven de unos pueblos a otros”.
La vacuna española contra el ébola reduce la infección en un 80%
Detección mediante microscopía electrónica de partículas virales semejantes al virus del Ébola. / CSIC
El Centro Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) trabaja desde años con cinco prototipos de vacuna contra el virus y ha constatado en ratones que una dosis de uno de los candidatos protege con un 80% de eficacia frente una de las especies más mortales de ébola. Mariano Esteban, científico del CSIC en el Centro Nacional de Biotecnología, señala que el ensayo se encuentra en fase experimental en macacos y buscan apoyo para pasar a la fase clínica.
Una de las particularidades del virus ébola es la rapidez con la que actúa. En cuestión de horas es capaz de replicarse por todo el organismo transmitiéndose por el sistema sanguíneo y afectado a los órganos y tejidos, por lo que el sistema inmunológico apenas tiene tiempo de defenderse y las tasas de mortalidad oscilan entre el 50 y el 90 por ciento.
“La vacuna que estamos generando en el CSIC va dirigida a dos antígenos del virus que fortalecen la capacidad de control de la infección, que es capaz de formar partículas virales y activar las armas del sistema inmunológico que consideramos importantes en protección, como la producción de anticuerpos y la producción de linfocitos, que son capaces de reconocer a la célula infectada y destruirla” explica Esteban.
¿La enfermedad provoca desaceleración o la falda de medios económicos produce una mayor incidencia del virus?
Con 65 millones de personas, República Democrática del Congo es uno de los países más grandes de África y también uno de los pobres de la región, con un PIB per cápita de unos 500 dólares y un ratio de pobreza en torno al 60%, según datos del Banco Mundial.
El país tiene experiencia en luchar contra el virus y la gravedad de la situación no puede equipararse al brote de 2014 que asoló a Liberia, Guinea Conakri y Sierra Leona. En este último país, la economía se contrajo más de un 20% el año del brote, cuando la epidemia derivó en la paralización total de la actividad productiva y la economía del país.
“Hay que hablar de una relación circular entre enfermedad y economía que puede llevar a un círculo vicioso”, apunta el profesor de Comillas ICADE, Carlos Martínez de Ibarreta. “Un brote de una enfermedad contagiosa en un país con unas características económicas mejores puede tener menos incidencia porque hay más recursos para dar una respuesta inicial. Cuando pasa en un país más pobre, la posibilidad de que el contagio se incremente y las consecuencias negativas sean mayores es más probable”, señala.
La epidemia ligada a un virus como el ébola da lugar a efectos directos, como el incremento del gasto sanitario en detrimento de otras partidas públicas, e indirectos, derivados especialmente del miedo al contagio.
El coste económico de las enfermedades contagiosas aumenta a medida que el mundo alcanza un grado mayor de globalización como resultado de una mayor explosión de unos países a los riesgos de otros. Y todo ello alimenta situaciones de vulnerabilidad de la población que en muchas ocasiones se ve abocada a la pobreza. Si no hay capacidad de sustitución, la disminución de la producción reduce los productos de consumo disponibles y el nivel de ingresos de los hogares.
"Afortunadamente los brotes con el tiempo terminan decayendo", apunta Martínez de Ibarreta, y República Democrática del Congo no ha llegado todavía a ese punto crítico.