Los ministros de Finanzas de los países del G7 (Francia, Italia, Alemania, Japón, Reino Unido, Canadá y EE.UU.) han dado un paso importante hacia un acuerdo global sobre impuestos digitales en su reunión en Chantilly, al norte de París. El objetivo es que las empresas de internet paguen impuestos en los países donde tengan actividad digital, aunque carezcan de presencia física.
Francia ha sido la pionera en este campo con su recién aprobada tasa Google, y el resto de ministros de Finanzas se comprometen a desarrollar reglas internacionales para gravar este tipo de modelos de negocio, que generan valor en países en los que no tienen presencia física.
Para Le Maire, el acuerdo es bastante ambicioso y supone “un paso importante hacia una fiscalidad más justa y eficaz en el Siglo XXI”, que se ha logrado pese a las reticencias iniciales de Estados Unidos, que había amenazado con sanciones a París tras la aprobación, la semana pasada, de la tasa Google.
Sin embargo, aunque finalmente Estados Unidos ha cedido, el secretario del Tesoro del país, Steven Mnuchin, ha rebajado las expectativas al afirmar que se ha logrado "un proceso significativo" y un "paso importante en la dirección correcta", pero que no se podía hablar de avance porque "queda mucho trabajo por hacer".
Llegar a este acuerdo en Chantilly, al norte de París, ha costado lo suyo: las negociaciones se extendieron hasta la noche del miércoles al jueves.
Finalmente han decidido que, para dar respuesta a estos nuevos desafíos fiscales, se debe trabajar en dos pilares. El primero se basa en acordar a nivel internacional una imposición fiscal basada en “nuevas reglas sobre territorialidad” atendiendo a las condiciones especiales de estas empresas sin presencia física, tarea que recaerá en la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), que deberá presentar a principios del año que viene una “arquitectura” que le permita a todos los países aceptarla antes de que acabe ese mismo 2020.
Lo único que precisan los miembros del G7 es que las nuevas reglas “deberán ser sencillas y fáciles de implantar”.
El segundo pilar consiste en consensuar una tasa mínima global que dificulte la evasión y dumping fiscal obstaculizando el desvío de beneficios e ingresos en paraísos fiscales o países con impuestos bajos. Un ejemplo que pone de esto el G7, sería la tasa GILTI (global intangible low-taxed income) que ya impone Estados Unidos a empresas con subsidiarias en países de baja tributación.
La ministra de Economía y Empresa en funciones, Nadia Calviño, ha afirmado que la implantación de la tasa Google en España iría "más o menos" en línea con la de Francia, que grava con un 3% de la cifra de negocio generada en territorio francés por grandes compañías de servicios digitales.
Más allá de la fiscalidad digital, los ministros del G7 también han hablado sobre el impuesto de sociedades. Concluyen que debe tener un tipo mínimo para garantizar que las empresas pagan su justa contribución y no se sirven de paraísos fiscales o jurisdicciones de conveniencia para la evasión fiscal. Ahora la cuestión es trabajar en una horquilla de tipos mínimos que sea comúnmente aceptada, algo que está todavía pendiente. Ayer, Bruno Le Maire incidía en esto y decía que el tipo mínimo debía ser del 13-14%.
Libra, la criptodivisa de Facebook
Y han hablado de un tema más. Libra preocupa a todos los países, al considerar que implica serias dificultades técnicas y políticas.
El ministro francés recordó que hay reglas que se aplican en todos los Estados soberanos en materia de lucha contra el lavado de dinero y contra el terrorismo, de protección de datos y de los ahorros “que deben ser respetadas por todos los proyectos financieros, y hoy en día esas reglas no son respetadas por Libra”. Por eso dice que no se puede aceptar que empresas privadas lancen su propia moneda sin ningún control democrático.