Si has conseguido ahorrar algo de dinero, quizá sea el momento de pensar que hacer con él para sacarle la máxima rentabilidad. De lo contrario, con el paso del tiempo se va devaluando; en otras palabras: habrás perdido dinero, a pesar de no haber hecho nada.
Echa un vistazo a las siguientes ideas y verás cómo se te enciende la 'bombillita' cuando las leas.
¿Qué puedo hacer con mis ahorros? Algunas ideas para rentabilizarlos
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Cuenta corriente
Una cuenta corriente es una modalidad de cuenta bancaria que se emplea para llevar a cabo los servicios financieros habituales. Lo más común es que nos permita domiciliar la nómina o la pensión, hacer ingresos o retiradas de efectivo, transferencias nacionales e internacionales y tener vinculada una tarjeta de crédito o débito.
Las cuentas corrientes son muy interesantes por la inmediatez a la hora de sacar dinero (aunque no será tan inmediato para cantidades muy elevadas). Sin embargo, teniéndolo ahí no te está generando rentabilidad.
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Cuenta de ahorro
En cambio, una cuenta de ahorro permite que los usuarios puedan convertirse en ahorradores al conseguir una pequeña rentabilidad por su dinero.
Lo único que tendrá que hacer el usuario es depositar el dinero en la cuenta de ahorros y recibirá la rentabilidad que haya acordado previamente con la entidad bancaria.
Para que puedas conocer mejor su razón de ser, estas son sus 3 características clave:
-Son cuentas que han sido pensadas para el ahorro (como su propio nombre indica). Esto explica porque no dan la opción de asociar tarjetas de débito o crédito, o porque no se pueden domiciliar recibos en ellas.
-Lo más común es que la entidad bancaria te permita hacer la cancelación anticipada de la cuenta de ahorro sin que tengas que asumir ningún tipo de permanencia. En cualquier caso, es de vital importancia leer las condiciones de la cuenta, así como las cláusulas.
-De la misma manera que ocurre con la cuenta corriente, a día de hoy es posible contratar una cuenta de ahorro tanto por internet, como a través del teléfono.
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Depósitos
Los depósitos tienen algunas particularidades en común con las cuentas de ahorro, hasta el punto de que muchos clientes se confunden.
Ambos vehículos financieros permiten ahorrar de forma sencilla, no siendo tan intrincados como otros productos de inversión.
Una característica que comparten es que ambos están garantizados por el FGD (acrónimo del Fondo de Garantía de Depósitos) y el banco debe reembolsar el dinero al usuario cuando se haya cumplido el contrato.
Sin embargo, los depósitos tan solo permiten una aportación única inicialmente. Una vez se han creado, no se podrá agregar más dinero.
Los fondos se podrán retirar de forma total, aunque no siempre se permite de manera parcial. Sin embargo, es posible que haya que asumir algunas penalizaciones.
La rentabilidad de los fondos suele ser más elevada y se suelen contratar durante un tiempo y con unas condiciones fijas. Una vez vencido el depósito, se puede cancelar o renovar. Si se renueva, puede que las condiciones del contrato cambien.
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Acciones
Otra opción que tienes para rentabilizar tus ahorros es invertir en acciones. Sin embargo, esto es más complejo de lo que parece, ya que requiere de un exhaustivo estudio de las compañías, de sus perspectivas de crecimiento, de la valoración del mercado, y de determinar cuál es el mejor momento para hacer una compra o venta de acciones.
Aunque la inversión puede ser muy rentable, hay que tener presente que el riesgo que se asumirá será también muy elevado. Y no solo eso, sino que habrá que tener en cuenta que la fiscalidad es alta en el momento en el que te decidas a vender acciones.
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Fondos de inversión
Los fondos de inversión pueden concebirse como una bolsa de dinero que usan los inversores para añadir sus ahorros. Esta bolsa es gestionada por un profesional que sabrá cómo invertirlo para lograr la máxima rentabilidad (en teoría). También hará un seguimiento de los mismos por si tuviera que llevar a cabo algún tipo de modificación.
El riesgo se reduce debido a la presencia de este profesional, y se reducirá todavía más si has diversificado tus acciones. Sin embargo, no hay ninguna opción que sea 100% segura.
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Invierte en ladrillo
Aunque es una inversión jugosa, y muy rentable en la mayoría de las ocasiones, también se asume un riesgo elevado. Lo peor de todo es que se trata de una inversión a largo plazo (ten en cuenta que no volverás a tener tu dinero hasta que se venda el inmueble, y esto puede tardar más o menos dependiendo del mercado).
Ten en cuenta estas 6 ideas y elige la que te resulte más interesante para rentabilizar tus ahorros.