El mercado del petróleo está en horas bajas. Desde hace más de siglo y medio el curso se ha colado en nuestras vidas de distintas maneras: plásticos, ropa, cosméticos, jabones, etc. La economía verde amenaza al oro negro y las eléctricas quieren ahora suplir la posición de las grandes petroleras. En consecuencia, colosos como Exxon Mobil y Chevron ya tienen sobre la mesa papeles sobre los que se puede leer la palabra fusión.
Según informan The Wall Street Journal y la agencia Reuters dos gigantes del mundo del petróleo como estos habrían analizado la posible fusión de sus negocios hace hoy un año.
Escucha el podcast completo en Mercado Abierto:
Las conversaciones, que se iniciaron el año pasado según The Wall Street Journal, llegaron a materializarse en ciertos documentos legales sobre el proyecto
- El truco de la electrificación que prepara General Motors
- ¿Cuánto gana Facebook con tus datos? Así hace caja Zuckerberg
Los efectos de la pandemia de coronavirus y la guerra de precios que han azotado el mercado del crudo en este último año de pandemia han llevado a los responsables de las dos mayores petroleras estadounidenses a plantearse una eventual unión de sus negocios.
Según el WSJ, los presidentes ejecutivos de Exxon Mobil y de Chevron mantuvieron conversaciones preliminares para ello a principios de 2020 para explorar esta alianza que habría dado lugar a la mayor fusión de todos los tiempos y que desembocaría en la segunda compañía del mundo dentro del sector por detrás de la estatal saudí Aramco.
Por el momento, las conversaciones no se habrían retomado, pero dan una adecuada imagen de la presión por la que atraviesa un sector como el energético en estos momentos de crisis. La paralización de las economías, del tráfico aéreo y del terrestre y la caída del consumo de los hogares han dejado a la intemperie a las cuentas de resultados de las petroleras.
Y es que mientras todo el planeta echábamos el freno de mano, el sector entraba en convulsión. Grandes, medianas y pequeñas empresas de los países productores han luchado contra viento y marea para mantenerse a flote; pero, ante una bajada de la demanda sin precedentes, se han visto forzadas a detener sus operaciones desde la raíz.
En abril de 2020, el mundo se detenía y una guerra de precios entre Arabia Saudí y Rusia llevaba al crudo West Texas, de referencia en Estados Unidos a terreno negativo por primera vez en la historia. Mientras tanto, el precio del brent, de capital importancia en Europa, retrocedía a su nivel más bajo en casi dos décadas. En medio de este apocalipsis energético, un 23% de las plataformas de petróleo y gas dejaron de operar.
Y como consecuencia, estos negocios están viviendo una reestructuración sin precedentes a volantazos de 180 grados que dirigen el vehículo hacia modelos de negocio abocados a la descarbonización y al tinte verde.
Volviendo al tema que nos ocupa, habría que señalar que las conversaciones entre el presidente ejecutivo de Exxon, Darren Woods, y el presidente ejecutivo de Chevron, Mike Wirth, dieron lugar incluso a la redacción de varios documentos legales donde llegaron a explorarse aspectos concretos de la eventual operación, tal y como explican en The Wall Street Journal, que no ha dado a conocer de momento el motivo por el que éstas finalmente se suspendieron.
Un gigante de 400.000 millones
A finales de 2019, Exxon empleaba a unas 75.000 personas y Chevron a unas 48.000. Tras las conversaciones, por el momento, abortadas con Exxon, Chevron se quedó con el productor de petróleo estadounidense Noble Energy por algo más de 5.000 millones de dólares.
Exxon, con una capitalización bursátil de 189.590 millones de dólares y Chevron, que alcanza un valor de mercado de 164.000 millones dólares sufrieron un fuerte castigo en bolsa en el último año, en medio de las restricciones, la caída de la demanda de combustible y el desplome de los precios como consecuencia, como ya hemos comentado, de la guerra de precios en la que se embarcaron Arabia Saudí y Rusia.
En el cómputo anual las acciones de Exxon se han desplomado cerca de un 41%, mientras que las de Exxon recortaron cerca de un 30%.
En 2020, Exxon Mobil se dejó sobre el papel 2.370 millones de dólares en pérdidas, casi un 29% menos durante los tres primeros meses del año mientras que Chevron registró pérdidas de cerca de 5.000 millones, lo que se traduce en una caída de las ventas del 32%.
El escritinio "verde" de Biden
Lo que sí se puede decir es que una operación de esta envergadura entre estos dos gigantes se las tendría que ver con el escrutinio antimonopolio del Departamento de Justicia con la nueva Administración Biden al frente que entraba a la Casa Blanca con ganas de dar guerra a las grandes multinacionales en su pretendida cruzada verde.
Además, cabe apuntar que estas dos gigantes nacieron de otro gran coloso, Standard Oil, compañía propietaria del millonario John Rockefeller, desmembrada en 1911 por orden de la Corte Suprema de Estados Unidos al entender que se había conformado un monopolio en un sector estratégico como es el energético.
De hecho, la semana pasada Joe Biden dejó su rúbrica sobre algunas órdenes ambientales en las que se dejaba latente que la crisis climática era una amenaza existencial que exigía remedios urgentes.
Durante la campaña electoral de octubre, sin ir más lejos, Biden aseguró que llevaría a Estados Unidos a "la transición lejos de la industria petrolera". Y hace unos días, en la Casa Blanca, aseguró que paralizaría las ayudas al sector de 40.000 millones de dólares.
Si bien los precios del oro negro se han recuperado desde el declive del pasado mes de marzo en pleno estallido de la pandemia en los mercados, se han mantenido afectados por un proceso de vacunación más lento de lo esperado y en medio de las preocupaciones que han surgido con las nuevas variantes de coronavirus.