Juguetes, películas, gafas, agua, gas, luz, construcción… no es la lista de los Reyes Magos sino los objetivos de la actividad financiera del Vaticano donde, aparentemente, apuestan por todo tipo de mercados.
Desde Malta y a través del fondo de inversión Centurion Global Fund, la Secretaria de Estado utiliza sus tentáculos para hacer de la Santa Sede uno de los epicentros de la riqueza mundial. ¿Hasta dónde llega la influencia del trono de San Pedro?
Escucha la historia completa en este podcast de Mercado Abierto con Javier Luengo:
Analizamos una estrategia que lleva a tener exposición a renta variable y operar con un fondo de fondo de la mano de Ana Ros, asesora del fondo IF Global Management
A menudo, sí, tienen poco que ver con la religión. El Estado más pequeño del mundo se convirtió hace siglos en un entramado opaco de poder donde han confluido la mafia, banqueros y cardenales corruptos. Entre todos han creado una serie de males sistémicos que han impedido toda reforma encaminada a cumplir con el compromiso ético de la Iglesia. Ética que trató de congregar un teólogo que ya descansa en las criptas vaticanas.
Benedicto XVI da vuelta y media a la edad moderna en Europa y cierra definitivamente el capítulo de esta parte de nuestra historia entre los elogios a la sabiduría y entrega del pontífice emérito en un funeral inédito y multitudinario.
Una figura que alababa en Capital Radio desde Roma es el arzobispo de Madrid, vicepresidente de la Conferencia Episcopal Española, Carlos Osoro. El de Joseph Ratzinger no ha sido un funeral de Estado, ya que no ejercía como sumo pontífice en el momento de su muerte, y por tanto no era jefe de Estado del Vaticano.
Pero más allá de la figura del estudioso, el legado en el que nos vamos a fijar pasa por el del dinero; las cuentas vaticanas que otra cosa no, pero suculentas son un rato.
En el Vaticano está el Papa, pero quien manda sobre las cuentas es la Secretaria de Estado - el principal dicasterio (para nosotros un ministerio) que funciona como el responsable de Asuntos Exteriores - y además es un actor fundamental en el desarrollo de las operaciones financieras que ejecutan el Vicario de Cristo desde un fondo de inversión maltés.
El fondo maltés
¿El objetivo? Diversificar la actividad económica del Vaticano que va más allá del cepillo que pasan en las Iglesias cuando asisten a misa. El fondo maltés en cuestión es el Centurión Global Fund y hará cosa de unos meses cerró un acuerdo por 10 millones de euros para entrar en la compañía New Deal, la sociedad propietaria de la conocida marca de juguetes italiana Giochi Preziosi.
Aunque una de las curiosidades más llamativas acerca de las finanzas del Vaticano tiene que ver con la cinematografía. Más de cuatro millones de euros han sido destinados para la producción de películas como Men in Black o cuando vean el biopic de Elton John, Rocketman, piensen en el Sucesor de Pedro.
De las operaciones del fondo se han conseguido - según las últimas cuentas a las que han tenido acceso algunos diarios italianos - unos 70 millones de euros para hacerse con acciones, inmuebles y otros tantos fondos de inversión.
Con 6 millones de euros, Centurion ha adquirido al 25% de las acciones de Italia Indipendent, la sociedad de Lapo Elkann, empresario y nieto de Gianni Agnelli, el conocido propietario de la casa FIAT.
Razones detrás
¿Por qué el Vaticano desarrolla este tipo de inversiones? Básicamente es porque necesitamos dinero. La Santa Sede es propietaria, entre otras de acciones en General Motors, IBM o Disney. Tiene propiedades en empresas de alimentación, servicios o telecomunicaciones, además de bancos y aseguradoras. En total, valen unos 12.000 millones de euros.
Si la llamada Cuenta del Óbolo dio origen al Instituto de Obras de Religión - Banco Vaticano -, hacía ya algunos años que la Santa Sede había comenzado a dotarse de instrumentos financieros. De 1870 a 1929, después de que Roma fuera invadida por el Reino de Italia, la Santa Sede no tenía territorio.
Pero esta situación de bonanza no hace de menos a las crisis.
Una delicada situación que queda reflejada en el último balance de la Administración del Patrimonio de la Sede Apostólica, el organismo que gestiona los bienes y propiedades de la Iglesia, que este año presentó números rojos por primera vez en su historia a pesar de que la Santa Sede tiene propiedades repartidas por todo el mundo por un valor de 2.700 millones de euros.
Si hasta hace unos años sólo el 20% de las limosnas eran destinadas a la beneficencia, ahora su utilización se ha reducido a la mitad. Finanzas que esconden una corrupción sistémica entre sotanas y cruces.