Ya hay fecha para revisar el salario mínimo interprofesional. La ministra de Trabajo y Economía Social, Yolanda Díaz, ha llamado el 1 de septiembre a sentarse a negociar a los agentes sociales, patronales y sindicatos. Después de que el Gobierno de Pedro Sánchez congelara su subida el pasado mes de diciembre de 2020, el debate vuelve a ocupar un sitio en la mesa. Subir el SMI, ¿a favor o en contra?
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Antes de sopesar las ventajas y desventajas de esta política, es importante contextualizar el anuncio de la jornada. La noticia se produce después de meses de crispación interna en el seno del Gobierno de coalición. Siendo, por si quedara alguna duda, Unidas Podemos, el principal instigador del incremento.
La decisión también ha sembrado la discordia entre sindicatos y patronal. Los primeros, representados por la UGT, se aferran en su posición . No hay "ninguna razón" para que la subida del salario mínimo "no se haya hecho ya en enero", confesaba en los micrófonos de Radio Intereconomía esta mañana Pepe Álvarez, secretario general del sindicato.
Por si fuera poco, el último aval remitido por la comisión de expertos encargados de analizar el SMI, ha vertido aún más gasolina. Los asesores recomendaban al Ejecutivo elevar el total de la renta mínima entre 12 y 19 euros este 2021 para, gradualmente, situarlo en el 60 % del salario medio al final de esta legislatura.
Al otro extremo, la CEOE, se mantiene en el no y advierte de que las prisas del ejecutivo podrían precipitar al país hacía una decisión fatal para los empresarios.
Subir el SMI, luces y sombras
Tras años de políticas de austeridad, los gobierno europeos retomaron la senda alcista del SMI. Una herramienta que presenta luces y sombras a partes iguales. Enfrentar a partidarios y detractores quizás sirva para iluminar una conclusión.
A su favor, una revisión al alza de la renta mínima puede motivar un incremento del consumo interno. Los economistas sustentan este sistema de palancas a través de un efecto dual.
Por un lado, el aumento de la renta nominal de los trabajadores mejora su poder adquisitivo. Y por otro, la redistribución de la renta hacia las clases más bajas potencia el gasto debido a la mayor propensión marginal al consumo de estos sectores.
Así mismo, los defensores de esta praxis, defienden que incrementar el SMI reduce la temporalidad, ya que los empresarios suelen ser favorables a invertir a largo plazo en los empleados que disfrutan de una remuneración más elevada.
En el frente contrario, los detractores también se llenan la boca de argumentos, aunque no precisamente alentadores.
Bajo el no, desmienten el efecto positivo sobre el consumo de aumentar la renta mínima, ya que el coste aumentado de la mano de obra acabaría trasladándose a los precios y generando inflación. Los halagüeños pronósticos se desinflarían como un globo de helio y los empleados perderían todo ese poder adquisitivo que habían ganado al principio.
De hecho, un SMI descontrolado puede ser incluso nocivo para las rentas más bajas. Si el empresario no puede asumir x remuneración, acabará renunciando a contratar más personal, lo que contribuye negativamente al desempleo e induce a los parados hacia la economía sumergida.
Hasta el momento, así bajan las aguas, con Nadia Calviño, titular de la cartera de Economía, tomando el papel de árbitro entre todas las partes. La ministra, ha sido partidaria siempre de esperar a que los indicadores macroeconómicos se mostrasen con claridad "para no poner en riesgo la recuperación económica”.
Al fin y al cabo, todo los manuales de economía coinciden. Cuando hablamos de economía nada es bueno o malo, siempre depende del momento. Entonces, ¿está a favor o en contra de subir el SMI?