El Fútbol Club Barcelona cierra finalmente el acuerdo de patrocinio con Spotify por los frontales de la camiseta de sus primeros equipos masculino y femenino, la ropa de entrenamiento y los 'title rights' del Camp Nou.
Un contrato que asciende, para los cuatro años de vigencia hasta los 280 millones de euros a razón de 70 millones de euros anuales, contando las variables por rendimiento deportivo.
"Nos sentimos muy orgullosos de poder anunciar una alianza pionera con esta entidad de referencia en el mundo como Spotify", aseguran los blaugranas en un comunicado en el que confirman que el nuevo nombre y camisetas comenzarán a verse en el terreno de juego a partir del mes de julio.
Más allá del anuncio, la factura del club cae respecto a anteriores patrocinios. El nuevo contrato con Spotify por las prendas técnicas , que se cifra en 57,5 millones, supone un retroceso del 16% a relativa igualdad de activos comparados. Un 8,8% menos si se suma estadio.
El fútbol trata como puede de recomponerse de la crisis económica derivada de la pandemia de la COVID-19. El deporte rey ha viajado a Arabia Saudí para conseguir que, de la mano de los jeques, puedan reflotar el negocio.
También se ha luchado por vender los derechos de emisión de unos partidos a los que, cada fin de semana, acuden miles de aficionados a llenar unos estadios que, ahora, también se cuelgan el cartel de venta. ¿Cómo lo hacen? ¿Cuánto van a ingresar?
Escucha la historia completa en este podcast de Mercado Abierto:
El negocio multimillonario de los 'naming rights' coge fuerza en España aunque queda lejos de otras ligas europeas como la alemana o británica
Más de cinco años, por normativa y una regla no escrita en la Ley General de Publicidad, es el tiempo que los clubes de fútbol se frotan las manos tras vender su estadio a una gran multinacional, por lo general, para que a cambio de cederle toda una historia le den el nombre a su ‘catedral’.
Wanda Metropolitano, Iberostar Estadio, Reale Arena, Abanca Balaídos o el genérico Estadio de la Cerámica del Villarreal o con el último que se especula, el Camp Nou Spotify. Con muchos los ejemplos y varias las historias.
El más claro ejemplo ha sido, en los últimos tiempos, el del ya denostado Estadio Olímpico de Madrid. El ahora Wanda Metropolitano y casa del Atlético de Madrid. La Peineta ya ni saben muchos lo que es.
Los ‘colchoneros’ se convirtieron, en 2016, tras dar su propio nombre hasta a una estación del Metro de Madrid, en el primer club de la Primera División española en tener un estadio con nombre comercial. Fue el primero en vender a Wanda, una compañía china, principal accionista del conjunto a Vicente Calderón.
Con un 20% del capital, la asiática inyecta, a cambio del nombre, 10 millones de euros a las cuentas de un Atlético de Madrid en horas bajas.
Sin embargo, no fue el primer club en la historia de España en ceder el terreno de juego. Entre 2005 y 2013, el Gobierno navarro llegó a un acuerdo con Osasuna para cambiar el nombre del estadio, de El Sadar a Reyno de Navarra, por alrededor de 1,5 millones de euros al año. El contrato terminó y a día de hoy no se ha renovado.
Muchos dicen que la inyección pasó por ser un ‘rescate’ encubierto a un club que hace un par de año cumplía su primer centenario.
Más curioso es el caso del coliseo del Mallorca que en su momento recibió los apelativos de Ono Stadi e Iberostar y que ahora mismo se denomina Visit Mallorca Estadi en un afán por hacer del campo marca de la casa del archipiélago mediterráneo.
A unos kilómetros, en territorio valenciano uno de los más reconocidos estadios que, después de tanto tiempo, apenas se recuerda su nombre original, El Madrigal, nombre el municipio en el que se asienta la plaza. El 8 de enero de 2017, el ‘submarino amarillo’, el Villareal C.F., en un afán personal, dijeron en su momento, del presidente, Fernando Roig, pasó a llamarse el Estadio de la Cerámica.
En este caso fueron 2.000 metros cuadrados totalmente renovados de campo, una factura millonaria a cambio de hacer del terreno un símbolo de la provincia de Castellón y es que aquí no es uno el patrocinador, sino tres: Pamesa, Porcelanosa y Argenta Cerámica como principales; y Tau Cerámica, Bestile, Esmalglass- Itaca y Colorobbia como oficiales. Las cerámicas que representan a toda una industria y que vieron, en su momento, al fútbol como el mejor de sus embajadores.
Los seguros colonizan el norte
La palabra, “reto”, en Donostia-San Sebastián se repitió hace unos meses, como un mantra Jokin Aperribay, el presidente de la Real Sociedad que dejaba Anoeta y se subía a la moda del ‘naming rights’ como se le conocer a esta política de cesión de nombres, para dejar el templo ‘txuri urdin’ al calor del Reale Seguros Stadium. En este caso el contrato es por seis años a cambio de más de 12 millones de euros, dos por año, hasta 2025.
Más allá la historia sigue en Vigo donde este martes se cumplía un año de Abanca como socio mayoritario del equipo de la ciudad gallega. Un año desde que la entidad rescatada y refusionada diera su nombre a Balaídos durante los la próxima década, en un acuerdo que supondrá elevar los ingresos muy por encima de los 6 millones de euros por el área comercial.
¿Y el Madrid?
El actual campeón virtual de la Liga vendió a Santiago Bernabéu. Aunque todavía no se sabe nada de unas negociaciones que lideró Florentino Pérez, pero que sí que, según varios diarios, podrían haber ofrecido “cantidades importantes” a los ‘blancos’. Se dice que el postor pudo ser Cepsa.
El fútbol, deporte rey con una factura de bufón que en España, poco a poco, trata de rascar de donde puede hasta de sus figuras y sentir de los aficionados.