En el quinto año de conflicto armado en Siria, las cifras de sus consecuencias son devastadoras: 220.000 muertos, 11 millones de desplazados, casi 4 millones de refugiados. Lejos de solucionarse, el conflicto se encalla y se agrava. El Gobierno de Bashar Al Assad, respaldado por Irán y Rusia; la oposición armada, con el apoyo de Arabia Saudí, Estados Unidos, Reino Unido, Francia y Turquía; y el Daesh, cada uno con sus propios intereses. Mientras, sobre el terreno suenan cada día las bombas. En este contexto, el éxito de Ginebra es muy difícil, según explica en Información Capital Barak Mikail, profesor asociado en la Universidad de Saint Louis de Madrid:

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