Este miércoles se presenta en Estados Unidos el nuevo plan de infraestructura de Joe Biden. ¿El montante? 3 billones de dólares para invertir en carreteras, puentes, colegios y la modernización del mercado laboral. Un cheque que se une al plan de estímulos puesto en marcha hace ya dos semanas de 1,9 billones.
En total, un paquete de cerca de 5 billones de dólares para reconstruir la economía estadounidense tras la pandemia. ¿Qué busca Biden con semejante plan de gasto? ¿Qué esperan los estadounidenses?
Escucha la historia completa en este podcast de Mercado Abierto:
El demócrata revive una vieja promesa de sus predecesores. Donald Trump fue menos ambicioso y no pudo llevarlo a término
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Un plan que Joe Biden ha lanzado bajo el lema “Build Back Better”: “Volver a construir mejor”.
Pero las ambiciones del equipo económico del presidente Biden van más allá del tamaño del paquete que se presenta este miércoles al otro lado del charco. Bien es verdad que la pieza central del plan de recuperación es este plan de infraestructuras porque tal y como dijo el propio Biden durante la campaña electoral: "la construcción es un sector que crea miles y miles de puestos de trabajo".
Esta hoja de ruta, ideada durante las últimas semanas en la cocina del Despacho Oval de la Casa Blanca, pasa por construir, sí, pero también por la defensa del medioambiente. En las últimas semanas, y con la intención de seguir regulando, Washington ha sentado las bases para poner en marcha nuevas regulaciones, por ejemplo, destinadas a empoderar a los sindicatos, restringir a las grandes empresas de posibles prácticas monopolísticas o incitar a los bancos a prestar más a las minorías y menos a las grandes fortunas y, sobre todo, a las compañías que pongan en marcha proyectos de combustibles fósiles.
Todo esto mientras la deuda federal escala hasta niveles no vistos desde la Segunda Guerra Mundial.
Y es que tal y como decía Fox New, Brian Deese, director del Consejo Económico Nacional de la Casa Blanca: "el riesgo de hacer muy poco supera al riesgo de hacer demasiado”.
El caso es que este plan, lo decía el mismo Biden, demuestra un cambio de paradigma que, dijo, no se veía desde la Administración de Lyndon B. Johnson, allá por la década de los 60 del siglo pasado en plena recuperación económica tras la Segunda Guerra Mundial y en los inicios del conflicto de Vietnam.
¿Apoyo de las Cámaras?
Sin embargo, la aprobación de este plan, como tampoco lo fue el de 1,9 billones de dólares de estímulos que el Congreso y el Senado del país aprobaron la pasada semana, tendrá una fácil tramitación parlamentaria.
Este gasto de tres billones de dólares enfrenta a una batalla cuesta arriba para ganarse a un Congreso estrechamente dividido, con una sólida oposición republicana que no está dispuesta a darle a Biden una carta blanca de gasto.
Así las cosas, y con una Cámara de Representantes y un Senado sin ganas de entenderse, a Biden le queda la baza de la “acción de oro” que en estos momentos ejerce la vicepresidenta Kamala Harris cuando hay empate en el Senado.
Con todo y con ello, algunos analistas consideran que este último plan de gasto es una respuesta “exagerada” al golpe temporal, aunque grave, de la pandemia de la COVID-19 y los cierres de la economía.
Según los expertos, los recientes revuelos en el mercado de bonos una advertencia de que el gran aumento en el gasto público y los préstamos podría provocar un retorno al estancamiento de una alta inflación y altas tasas de interés de finales de la década de 1970 y principios de la década de 1980.
Una teoría que ha llegado a la rentabilidad de los bonos del Tesoro, es decir, la rentabilidad de la deuda estadounidense que este martes marcaba sus máximos de los últimos 14 meses en el 1,77%. Como nos lo confirmaba en Mercado Abierto la responsables de Renta Fija de Ibercaja Gestión, Cristina Gavín.
Más de 2 billones de gasto
Este plan de gasto de más de 2 billones de dólares que Biden hará público en las próximas horas en un discurso en Piittsburgh, paisaje escogido intencionadamente ya que no en vano se la conoce como “la ciudad del acero”, Biden anunciará el mayor plan de gasto en energía limpia y otro tipo de infraestructuras asociadas a la economía del futuro como las telecomunicaciones y el 5G.
Incluye dinero para banda ancha rural, capacitación avanzada para millones de trabajadores y un millón de unidades de vivienda asequibles y energéticamente eficientes. Los documentos sugieren que se incluirá casi 1 billón de dólares en gastos en la construcción de carreteras, puentes, líneas ferroviarias, puertos, estaciones de carga de vehículos eléctricos y mejoras en la red eléctrica. En concreto, el plan incluye:
- 621.000 millones de dólares para la construcción de puentes, carreteras, puertos y aeropuertos. Además de la promoción de vehículos eléctricos.
- 300.000 millones de mejora para la infraestructuras de agua potable, acceso a la banda ancha rural y mejora de la red eléctrica.
- 300.000 millones más para la modernización de viviendas y escuelas.
- 580.000 millones de inversión en el mercado laboral
- 400.000 millones para el cuidado de las personas mayores y dependientes.
Y tal y como relataba en CNN el secretario de Transportes, Pette Buttigieg, este plan es una máquina de creación de puestos de trabajo a través del respeto al medioambiente.
¿Pero cómo se pagará todo esto?
De dónde sale el dinero dependerá, precisamente, de si Biden consigue o no que los republicanos se sumen al proyecto ya que gran parte de los fondos que controlan las cámaras legislativas del país y los diferentes estados están en sus manos.
Y es que las leyes presupuestarias limitan el número de proyectos de ley que el Congreso puede aprobar a través la reconciliación, es decir, un partido político de manera unilateral. ¿Y qué significa esto? que si los demócratas no tienen el apoyo de los republicanos, este paquete, al haber ya dado luz verde al de 1,9 billones, no podría ponerse en marcha este año.
Tendría que esperar al próximo ejercicio lo que retrasaría el desembolso en inversión y ayudas.
¿Aumento de impuestos?
También se tiene que decidir qué porcentaje del montante final se financia a través de préstamos. Una medida que tiene un pequeño inconveniente, el aumento de la deuda federal que, durante el último año, ha crecido cerca de un 25% hasta rozar los 22 billones de dólares. ¿Otra opción? subir los impuestos.
Según Bloomberg, el plan de Biden es subir los impuestos, sí, pero a las clases ricas y las grandes corporaciones que operan en Estados Unidos que, dice, son responsables de gran parte de los problemas medioambientales a los que hemos de hacer frente hoy en día. En cifras, la hoja de ruta pasa por subir del 21% al 28% el Impuesto de Sociedades y hasta el 39% el IRPF para las rentas superiores a 400.000 dólares anuales.
Una medida que para el líder republicano en el Senado, Mitch McConnel, sería un "caballo de Troya".
¿Qué hicieron sus predecesores?
La idea de invertir en construcción y nuevas tecnologías es una de las grandes promesas electorales a las que, campaña tras campaña, se aferran los candidatos para conseguir los votos de las victoria.
Biden no ha inventado nada nuevo. De hecho, su predecesor en el cargo, precisamente, constructor de gran trayectoria y magnate del sector, el republicano Donald Trump ¿qué hizo cuando aterrizó en Washington?
Prometer un plan de inversión de 2 billones de dólares, algo menos que el actual, porque decía: él era el presidente “constructor” y su plan de inversiones la solución al problema que, desesperadamente, afectaba al país: "el envejecimiento de las infraestructuras". El republicano pretendió tener el apoyo de la empresa privada que, en aquel momento se puso de perfil.
Él quería invertir en 5G, banda ancha rural, carreteras, puestas y colegios… ¿les suena? Es exactamente lo mismo que dice ahora Biden querer hacer. ¿Lo consiguió Trump? No, bien es verdad que las cosas desde entonces han cambiado mucho.
Estados Unidos ha dejado de lado ya los casi 11 años de ciclo expansivo que registró antes de la pandemia y el paro, pese a las bajadas semanales, ha crecido. Ahora queda por ver cuáles serán los puntos concretos que en unas horas Biden hará públicos sobre este ambicioso plan de gasto con peligro, eso sí, de quedarse en la cuneta y es que como decía Unamuno, “de razones vive el hombre, pero de sueños, sobrevive”.