La situación era curiosa en ese entonces, porque la ley permitía a las mujeres españolas ser parlamentarias, ocupar un escaño en el Congreso de los Diputados, pero no podían ejercer su derecho a voto en las urnas.
Clara Campoamor
Es una de las figuras más destacadas a las que se atribuye que por fin llegara a nuestro país es sufragio femenino.
Tras proclamarse la Segunda República, Clara Campoamor fue elegida diputada por la circunscripción de la ciudad de Madrid en las elecciones de 1931, por el Partido Radical o Partido Republicano Radical.
Durante el periodo de las Cortes Constituyentes de 1931, Campoamor formó parte del equipo que elaboró el proyecto de la Constitución de la nueva República integrada por veintiún diputados. Se luchaba por establecer la no discriminación por razón de sexo.
Así reza el Artículo 36 de la Constitución de la II República Española, 1931: «Los ciudadanos de uno y otro sexo, mayores de veintitrés años, tendrán los mismos derechos electorales conforme determinen las leyes».
Una parte de la izquierda no quería que la mujer votase porque, según algunos expertos, se suponía que estaba muy influida por la Iglesia y votaría a favor de la derecha. Hay muchas voces que apuntan a que la izquierda, o el PSOE, no querían o estaban en contra del voto femenino. Sí que es verdad que había una parte, pero no era mayoritaria.
La mayor parte de los diputados del PSOE votaron a favor del sufragio femenino el 1 de octubre de 1931, algo que se puede comprobar en el Diario de Sesiones del Congreso. De los 115 diputados que tenía el partido socialista, 83 votaron a favor y 32 votaron en contra o se abstuvieron. La moción salió adelante con 161 votos favorables, frente a 131 en contra.
El Partido Radical enfrentó a Clara con otra reconocida diputada, Victoria Kent, contraria al voto de las mujeres, en un debate que ha pasado a la historia. Kent formaba parte del Partido Republicano Radical Socialista, conocido también como Partido Radical Socialista. Ella defendía aplazar el reconocimiento del voto femenino hasta que las mujeres hubiesen atravesado un periodo universitario y tuvieran mayores conocimientos.
El debate final se celebró el 1 de octubre; Campoamor fue considerada como la vencedora y la aprobación del artículo 36 que posibilitó el sufragio femenino.
Su discurso
El discurso de Clara Campoamor, que ha pasado a la historia, defendía el papel de la mujer en la política de la época y en su lucha por la República.
¿Cómo puede decirse que cuando las mujeres den señales de vida por la República se les concederá como premio el derecho a votar? ¿Es que no han luchado las mujeres por la República?
Al varón que ha de votar. No olvidéis que no sois hijos de varón tan sólo, sino que se reúne en vosotros el producto de los dos sexos. Aunque no queráis y si por acaso admitís la incapacidad femenina, votáis con la mitad de vuestro ser incapaz. Yo y todas las mujeres a quienes represento queremos votar con nuestra mitad masculina, porque no hay degeneración de sexos, porque todos somos hijos de hombre y mujer y recibimos por igual las dos partes de nuestro ser.
Yo, señores diputados, me siento ciudadano antes que mujer, y considero que sería un profundo error político dejar a la mujer al margen de ese derecho.
El 1 de octubre de 1931
El derecho de las mujeres a elegir a sus representantes políticos fue un hecho. Hubo que esperar más de dos años, hasta el 19 de noviembre de 1933, para hacerlo realidad y casi siete millones de mujeres fueron llamadas a las urnas.
Contó con el apoyo de la mayor parte del Partido Socialista, con algunas excepciones importantes como la de Indalecio Prieto, buena parte de la derecha, casi todos los diputados de Esquerra Republicana de Catalunya y pequeños grupos republicanos como los progresistas y la Agrupación de Defensa de la República. En contra se posicionaron Acción Republicana, el Partido Radical Socialista y, curiosamente el propio partido de Clara Campoamor, el Partido Radical, salvo otros cuatro compañeros.
Ni ella ni Victoria Kent consiguieron renovar sus escaños en las elecciones de 1933. En 1934, Clara Campoamor abandonó el Partido Radical e intentó unirse a Izquierda Republicana, pero su admisión fue denegada. En 1935 publicó el libro “El voto femenino y yo: mi pecado mortal”, que recoge sus vivencias y su lucha, su acción parlamentaria, en favor del voto femenino.
En esos comicios de 1933 se eligieron a cinco mujeres diputadas: Margarita Nelken, la única que revalidaba su escaño, Veneranda García Blanco, María Lejárraga y Matilde de la Torre, todas ellas del Partido Socialista, y Francisca Bohigas, de la CEDA.
Esas segundas elecciones generales de la Segunda República Española para las Cortes, dieron una mayoría parlamentaria a los partidos de centro-derecha y de derechas, y supusieron la derrota de los republicanos de izquierda y de los socialistas. La CEDA, Confederación Española de Derechas Autónomas, fue el partido más votado, con un 24% de los escaños.