El impacto de la pandemia de coronavirus sobre la economía provocará este año una caída de la actividad del 4,5%, una proyección que revisa al alza los cálculos anteriores de la OCDE, pero no esconde que la recuperación será lenta. "La incertidumbre es muy grande y es malo para la economía", destaca Aida Caldera Sanchez, asesora del economista jefe de la OCDE, en Capital Radio.
La OCDE admite que sus cálculos están sujetos al avance de la COVID-19 y a las políticas fiscales y de estímulo para contener su efecto. Para el conjunto del G20, su proyección reduce al 4,1% la caída en 2020.
"Las perspectivas a corto plazo no son buenas en el G20 y todos van a estar en recesión, salvo China", explica la asesora del economista jefe de la OCDE.
En su escenario central, la OCDE tiene en cuenta confinamientos locales y que "la vacuna llegará a finales del 20-21", señala Caldera.
Mantener los estímulos
Este 2020 va a registrar caídas históricas del PIB en prácticamente todos los países. "Se tiene que tomar la política monetaria acomodaticia como la que estamos tomando ahora", apunta Caldera.
Asegura que la crisis de la Covid-19 "va a provocar cambios a largo plazo en la economía", alerta. "Habrá una recolcación de los sectores y el empleo va a cambiar", apostilla.
El organismo supranacional también ha instado a los gobiernos a que mantengan sus estímulos fiscales durante todo 2021 y ha alertado de los peligros de tratar de equilibrar las finanzas públicas antes de tiempo. "Hay que mantener el gasto durante un tiempo para apuntalar el crecimiento", apostilla la asesora del economista jefe de la OCDE.
Empresas zombies
En el trasfondo de las ayudas están el vigilar a quién van dirigidas. "Es un riesgo sostener empresas que no son viables a largo plazo", destaca Ccaldera. "No es fácil identificar aquellas empresas que son viables, sobrevivir y generar un crecimiento robusto. Los gobiernos tienen que identificar a aquellas empresas zombies y retirarles los estímulos", sentencia.