La guerra comercial entre China y Estados Unidos ha puesto en jaque a la Navidad tal y como la conocemos. Esa icónica imagen de Times Square celebrando el año nuevo en medio de una explosión de serpentinas, confeti y decenas de adornos navideños podría ser diferente por el impacto de los aranceles entre las dos grandes potencias económicas mundiales.
Por el momento, los grandes fabricantes chinos adelantan que aún no han recibido pedidos desde Estados Unidos, cuando lo habitual es que en abril se cierren las ventas navideñas. Y es que el presidente Donald Trump incrementaba esta madrugada las tarifas hasta el 104%, a lo que China respondía horas después con aranceles del 84% a los productos estadounidenses.
Los aranceles recíprocos de Estados Unidos y China han paralizado los pedidos de adornos a los fabricantes chinos
Un golpe de 4.000 millones
El duelo entre ambos gobiernos afecta en especial a los minoristas estadounidenses, que dependen casi por completo de los productores del Gigante Asiático para la decoración navideña, donde se abastecen el 87% de estos productos, con un valor de 4.000 millones de dólares aproximadamente.
En China confían en poder salir adelante explotando el mercado ruso, el europeo y la región del Sudeste Asiático, que en conjunto ya representan una fracción importante de las ventas.
Los economistas estiman que la guerra comercial podría reducir el PIB de China este año entre el 1% y el 2%. Además, agravaría los problemas de sobrecapacidad industrial, amenazará el empleo y alimentará la deflación en el país. El año pasado Estados Unidos compraba bienes por valor de 400.000 millones de dólares a los exportadores chinos.
Aunque busquen alternativas, los americanos este año tendrán que pagar más por decorar sus casas en Navidad, Y es que los aranceles de Trump se extienden por buena parte de la geografía asiática que es, al fin y al cabo, la fábrica del mundo. El segundo mayor exportador de adornos navideños a Estados Unidos es Camboya, que produce el 5,5% de los productos y la semana pasada Trump imponía una tarifa del 49% a las importaciones camboyanas.
El objetivo de Trump, o uno de ellos, es desplazar la manufactura a Estados Unidos, pero lo cierto es que allí no cuentan con la tecnología, la infraestructura y tampoco la mano de obra para hacerlo viable en el corto plazo.