La discusión sobre los mercados de carbono ha vuelto. La polémica alrededor de este intercambio de derechos de emisiones contaminantes está de plena actualidad en la celebración de la cumbre del clima COP25.
Un grupo de ecologistas e indígenas protestaron el pasado 5 de diciembre por la complicidad de estos "contaminadores históricos adinerados" con el problema climático y apuntaron a los mercados de carbono como uno de los problemas principales. Más de 140 organizaciones sociales de las que los indígenas y ecologistas forman parte, firmaron un manifiesto a favor de la eliminación de estos mercados de carbono.
Mercado de emisiones
Los mercados de carbono son la compra/venta de derechos de emisiones de gases de efecto invernadero (GEI), en particular de CO2. Se guía por la demanda, de las empresas que ejercen la contaminación, y la oferta, determinada por las autoridades gubernamentales. En la Unión Europea, tienen su origen en la Directiva 2003/87/CE del Parlamento Europeo y el Consejo de Europa, que abrió la veda a la práctica de este negocio en 2005. Estipulan qué empresas, cuánto pueden emitir y cómo se reparten los derechos.
Desde la aplicación del Protocolo de Kioto los países tienen unas cuotas de emisiones máximas de GEI y dióxido de carbono que pueden emitir. Estas cuotas están cuantificadas a través de una serie de bonos anuales que se reparten a cada país, y que tratan de limitar sus emisiones. Sin embargo, hoy en día estos derechos pueden comprarse y venderse entre los distintos Estados, de modo que si un país no ha gastado todos sus derechos pueden vendérselos a otro que vaya a sobrepasar los bonos que le habían sido adjudicados.
En declaraciones a Capital Radio, Ulrich Wagner, catedrático de economía en la Universidad de Mannheim y profesor de investigación en el centro europeo de investigación económica (ZEW Mannheim), indica que inicialmente estos mercados tenían dos objetivos: la reducción de emisiones de los gases contaminantes, fijados por los derechos de las autoridades; y minimizar el coste de la emisión del CO2, dejando a las empresas que repartan el esfuerzo de reducción de GEI según sus capacidades.
"Para una empresa que tiene un coste de reducción muy elevado tiene mucho sentido contaminar más que una que tiene un coste de reducción muy bajo. Esto es gracias a que se les deje hacer intercambio de derechos de contaminación, beneficiándose ambas empresas de este mercado", asegura Wagner.
COP25
Colombia fue el único país que anunció intenciones de tratar el tema de los mercados de carbono en la Cumbre del Clima que tiene lugar en Madrid.
No fue hasta pasada una semana del inicio del evento que la presidenta del COP25, Carolina Schmidt, apuntó directamente a la importancia de este problema: "Necesitamos conseguir un acuerdo en el artículo 6 para implementar el Acuerdo de París" de forma efectiva, aseguró la mandataria chilena.
El martes el vicepresidente de la Comisión Europea Frans Timmermans aseguró, ante la falta de entente en la cumbre, que “es preferible que no haya acuerdo a un mal acuerdo”.
"Green Wash"
En el COP25 se cierra el libro de reglas y algunos de los flecos más importantes del Acuerdo de París, que supondrá una importante hoja de ruta de los países para cumplir los objetivos: según la UE, "para evitar un cambio climático peligroso, el Acuerdo establece un plan de acción mundial que pone el límite del calentamiento global muy por debajo de 2 ºC".
La petición firmada por las 140 organizaciones denuncia que el Artículo 6 del Acuerdo de París "daría carta blanca a los gobiernos para seguir contaminando” de no ser reformado, tal y como ya apuntó Schmidt.
Ulrich Wagner, pese a que considera que los mercados de carbono son buenos para la solución del cambio climático, ve ciertos "actores del sector financiero" como brokers y entidades financieras que tienen ciertos intereses, aunque también valora sus importantes funciones:
Solución para el cambio climático
Sin embargo, otros agentes apuntan a que este mercado podría ser incluso un aliciente para la lucha contra el cambio climático. La aprobación de la Directiva 2003/87/CE del Parlamento y el Consejo de Europa tenía también motivaciones de reducción de emisiones de GEI. Según el texto, la estrategia para conseguir un desarrollo sostenible y un cambio de modelo por parte de los países partía del Mecanismo de Desarrollo Limpio.
El propósito del Mecanismo consiste en motivar a los países a reducir sus emisiones a través de un incentivo económico. En este caso, el incentivo sería la posibilidad de que otros países compren los derechos de emisión para, de esa manera, reducir los gases de efecto invernadero para ganar dinero.
Ulrich Wagner defiende que el mercado de carbono es "efectivo" para la reducción de las emisiones, pero no siempre:
Wagner propone un impuesto sobre el carbono que sustituiría al mercado actual, algo que ya se intentó en la Unión Europea. El economista valora que la economía se vería afectada positivamente, pues los precios de los bonos de emisión no fluctuarían de manera tan abrupta:
¿Sería la prohibición total de estos mercados la solución? Para el economista de la Universidad de Mannheim la respuesta es "no" sin una alternativa. "Necesitamos políticas públicas para reducir el carbono y el dióxido de carbono. Si prohibimos estos mercados necesitamos otra política pública".