La decisión del presidente de EEUU, Donald Trump, de imponer aranceles a las importaciones de acero y alumino han conseguido un rechazo unánime de la mayoría de países.

Australia, Japón, Canadá o la Unión Europea se oponen a los aranceles impuestos por EEUU a las importaciones de acero y aluminio.

Trump, anuncia que firmará la próxima semana aranceles del 25 % a las importaciones de acero y del 10 % a las de aluminio y que estarán en vigor por un largo periodo de tiempo. El informe del departamento de Comercio recomendaba que llegaran los aranceles al 50% y señalaba que China era el gran responsable del exceso de acero.
La Unión Europea responderá con firmeza y proporcionalidad a esta decisión estadounidense. Así lo ha avisado el presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker en un comunicado.

El Gobierno de Canadá advierte de que tomará medidas de respuesta si se ve afectado por esas restricciones a su acero y aluminio. Además, es el principal importador de acero estadounidense del mundo y sus compras representan el 50 % de las exportaciones estadounidenses de este metal.

Su ministro de Comercio Internacional, François Philippe Champagne, explica que será un error: "Lo que puedo decir es que cualquier tarifa o cuota que se imponga a nuestro aluminio o a nuestra industria del acero es inaceptable. Cualquier decisión de este tipo tendría un impacto en ambos lados. De hecho, Canadá tomaría las medidas apropiadas para defender a los trabajadores y a la industria del acero y del aluminio, así como a la siderúrgica. Y lo que tenemos que recordar es que Estados Unidos tiene de hecho un superávit comercial con Canadá. Nos venden su acero por un importe cercano a los 2 mil millones y es Canadá la que compra más acero norteamericano que cualquier otro país del mundo"
.

Brasil intentará una negociación con EEUU para evitar las significativas pérdidas que sufriría con el aumento de los aranceles, tampoco descarta medidas complementarias. El ministro de economía, industria y comercio de Japón, Hiroshige Seko, pedirá una reunión con las autoridades norteamericanas: "Esperamos encontrar la oportunidad de decirle a Estados Unidos que las importaciones de acero y aluminio de Japón, que es una nación aliada, no representan ninguna amenaza para su seguridad nacional". Australia califica de decepcionante la decisión y espera que no suponga la pérdida de puestos de trabajo.