Tras marcarse un brexit contra Inglaterra, Croacia se hace con un hueco en la final del Mundial de Rusia 2018. El último país en entrar en la Unión Europea saca del campeonato al Reino Unido antes del proceso de salida oficial en 2019 y se enfrentará a Francia a las 17:00 horas del domingo.

Con una población de más de 4 millones de personas y una renta per cápita de 13.297 dólares estadounidenses, según el Banco Mundial, la economía de Croacia está en su cuarto ejercicio de recuperación tras una recesión que duró seis años. Sin embargo, el organismo advierte que su crecimiento potencial es todavía bajo y el país debe abordar algunas vulnerabilidades. Los altos niveles de endeudamiento en los sectores público y privado, la baja tasa de empleo, tendencias demográficas desfavorables y un incómodo clima de inversión lastran su crecimiento.

A su favor, el acceso al mercado interior de la Unión Europea desde 2013, que le ha permitido conectarse con las grandes cadenas de valor mundiales, y un turismo en máximos históricos que ya supone cerca de un 20% del PIB. A pesar de ello, su PIB es todavía un 1% inferior al periodo anterior a la crisis y el desempleo juvenil permanece por encima del 30%. La tasa de pobreza absoluta (a paridad de poder adquisitivo) aumentó desde el 4,7% de 2009 al 5,1% en 2017, según el Banco Mundial.

Fuente: elaboración propia a partir de datos del Banco Mundial Fuente: elaboración propia a partir de datos del Banco Mundial

Los desafíos económicos de Croacia incluyen el mantenimiento de la estabilidad macroeconómica y la promoción de las exportaciones y de la productividad, además de la competitividad del sector privado para crear empleo y crecimiento y la reducción de la deuda. La disminución prevista de la población, debida en parte a la emigración, y el rápido envejecimiento de la población presentan riesgos adicionales para el crecimiento y la mejora del nivel de vida, así como para la sostenibilidad fiscal.

La selección croata, un equipo de refugiados


Luka Modric, Ivan Rakitic, Vedran Corluka y Dejan Lovren son cuatro jugadores de la selección de Croacia que juegan en el Mundial y, además, tienen en común que todos ellos fueron refugiados del conflicto yugoslavo tras el colapso del país después de la muerte de Tito en 1980 y el fin de la URSS diez años más tarde.

Nacido en la ciudad croata de Zadar, cerca del Adriático, el caso del jugador del Real Madrid es el más conocido. Fue un niño refugiado durante la Guerra de los Balcanes en 1991 que tuvo lugar en la antigua Yugoslavia, lo que derivó en la huida de su familia de su tierra natal.

La familia se refugió en diversos hoteles de la región que albergaban a familias afectadas por el conflicto bélico y Modric vivió en albergues durante varios años. Enfocado en el fútbol, terminó siendo reclutado por las divisiones menores del Dínamo de Zagreb a los 16 años, donde despegó su carrera.