Con una tasa de desempleo muy baja, riqueza y unas cuentas públicas saneadas, Alemania se ve desde fuera como un país sin grandes problemas. Sin embargo, hay un tema que se sale de la tónica general: la inmigración. Ése es el tema clave en el centro de la campaña electoral alemana.


Y es que en los últimos dos años, más de un millón de inmigrantes ha ingresado en Alemania. Estos movimientos migratorios traen consigo un choque social, cultural e idiomático, tal y como explica Luis Ignacio Gómez, exiliado en Alemania desde hace 30 años, bioquímico, docente en la Universidad Francisco Marroquín de Guatemala.

Este choque cultural produce la aparición de guetos y la segregación social de muchas mujeres que no aprenden alemán y que por tanto no llegan a integrarse en la sociedad alemana.

En este caso, Alemania tiene un gran reto: aplicar formaciones de diversidad cultural que fomenten la integración de los inmigrantes y la aceptación por parte de muchos ciudadanos alemanes, según Stefanie Müller, periodista económica alemana corresponsal en España.

Esa distancia hacia el extranjero se concentra sobre todo en el área de la antigua República Democrática Alemana y entre la población de mayor edad. ¿El motivo? "Las ayudas que ofrece el Estado a los inmigrantes", señala Jens Weidenbach, director general de Degussa en España.

Pero también atención al mercado laboral. Los datos oficiales apuntan a que Alemania tiene una tasa de desempleo del 5%, es decir, 3 millones de parados. Pero en realidad, la lectura es diferente. Porque a diferencia de España, en Alemania sólo se recibe paro durante un año. Y quienes no encuentran trabajo en ese periodo pasan a recibir una ayuda que dura toda la vida. La cantidad suficiente para poder vivir de forma cómoda.

Con todos estos frentes abiertos, lo más importante a lo que hay que mirar en Alemania en los próximos años es: ¿Tendremos más Europa? Ésa es una de las cuestiones para esta próxima legislatura de Merkel.