Crédito y Caución prevé que el crecimiento del PIB mundial se desacelere hasta el 3,1% en 2022 y el 3,0% en 2023. En comparación sus previsiones de abril, esto supone una revisión a la baja para los próximos años de 0,3 y 0,2 puntos porcentuales, respectivamente. La inflación está superando los máximos de varias décadas, reduciendo los ingresos reales y oscureciendo las perspectivas del gasto de los consumidores.
Previsiblemente, la inflación disminuirá en los próximos 18 meses, aunque el proceso está plagado de mucha incertidumbre. Esto, junto con la aceleración del ajuste monetario, está ejerciendo inevitablemente una mayor presión sobre el crecimiento económico en 2022 y 2023.
Escucha el análisis completo que ha realizado en Capital Radio, Pavel Gómez del Castillo en este podcast:
Análisis con Pavel Gómez del Castillo, responsable de comunicación de la aseguradora de crédito
Un primer factor para la revisión está en el redimensionamiento de las perturbaciones derivadas de la guerra en Ucrania, que previsiblemente se prolongará más de lo previsto y cuyas sanciones podrían interrumpir gravemente las exportaciones de energía de Rusia.
La incierta evolución de la pandemia es un segundo factor a tener en cuenta. Por un lado, China mantiene una política de tolerancia cero que implica cierres a gran escala ante un número reducido de casos, como el confinamiento ya vivido en Shanghái durante dos meses que ha provocado una fuerte alteración de la cadena de valor. Por otro, no pueden descartarse nuevos impactos económicos de la pandemia en Estados Unidos, Reino Unido, Alemania o Francia, donde el número de casos está aumentando de nuevo.
El informe prevé que la demanda de petróleo y gas sufra cierta presión a la baja con la desaceleración económica y la subida de los precios. Sin embargo, dada la inestabilidad del entorno geopolítico, la volatilidad seguirá siendo elevada. La intención de la Unión Europea de sustituir brusca y rápidamente del gas ruso y la aparente voluntad rusa de acelerar este proceso reduciendo el suministro, provoca perturbaciones en el mercado y genera una gran incertidumbre.
La Unión Europea tendrá que abastecerse de gas natural licuado (GNL) en otros países, ampliar su capacidad de procesamiento, intensificar el uso de energías renovables y reducir la demanda mediante medidas de eficiencia. Sin embargo, el potencial de sustitución de la oferta de gas ruso es limitado a corto plazo. Una corte del suministro ruso hará subir aún más los precios del gas en el mercado asiático y estadounidense.
La subida de los precios de las materias primas se ha suavizado considerablemente a finales del segundo trimestre de 2022 debido a la ralentización de la actividad económica mundial, que ha reducido la demanda de metales, especialmente en China.
A lo largo del horizonte de previsión, Crédito y Caución prevé que los precios de los metales se sitúen entre un 10% y un 15% más altos que en 2021, con una ligera tendencia a la baja en 2023. Los precios de los alimentos ya estaban en alza antes de la guerra en Ucrania, como reflejo de los malos resultados de las cosechas y del encarecimiento de la energía.
Impacto de la guerra en los alimentos
El impacto de la guerra en el precio de los alimentos solo se disipará gradualmente a medida que se incremente la producción en otros países como Argentina, Brasil y Estados Unidos. El resultado es que los precios en 2022 serán significativamente más altos y el alivio no llegará hasta 2023.
“Lo que esbozamos en nuestras previsiones es un panorama de mayor inflación y menor crecimiento, con los bancos centrales y, en menor medida, los gobiernos, retirando su apoyo pandémico. En comparación con nuestras perspectivas intermedias de abril y especialmente frente a las de enero los riesgos han aumentado”, explica el informe. Estos riesgos, predominantemente geopolíticos, podrían materializarse si la guerra de Ucrania se intensifica o si Rusia corta el suministro de gas a Europa, conduciendo a un escenario alternativo de estanflación.