Catar deja la OPEP para centrar sus esfuerzos en el gas natural licuado. En otras palabras: quiere dejar de ser un jugador irrelevante y potenciar su verdadera fortaleza.
Porque en la OPEP, Catar, rodeado de gigantes como Arabia Saudí, Rusia o EEUU, es un jugador pequeño. Produce 600.000 barriles de petróleo al día, frente a los 11 millones de Arabia Saudí. Apenas aporta un 2% de la producción total de los países exportadores de petróleo.
Tras 57 años en la OPEP, se va. Pero para centrarse en un negocio en el que sí es relevante: el gas natural licuado. Catar produce 77 millones de toneladas de gas al año.
Parte del mercado dice que la decisión de Catar es un ataque al líder saudí debido al boicot político y económico que Arabia Saudí, Egipto, Bahrein, Emiratos Árabes y miembros de la OPEP mantienen sobre el país, al que acusan de apoyo al terrorismo.
Aunque no se espera un gran impacto de esta salida por el pequeño papel de Catar, sí tendrá un impacto psicológico y podría señalar un punto de inflexión histórico, ya que pone en evidencia ante el resto de miembros de la OPEP que quienes realmente toman las decisiones son Arabia Saudí, Rusia y EEUU.
Para la OPEP, perder un miembro histórico como Catar socava la imagen de frente unido antes de la reunión de este jueves en Viena. Un encuentro en el que se espera un recorte en la producción del petróleo para apuntalar los precios del crudo, que han caído casi un 30% desde el pico de octubre.
GAS NATURAL LICUADO, UN COMBUSTIBLE EN AUGE
Catar dice que este movimiento se enmarca dentro de su plan estratégico. Y no es tontería: el gas natural licuado forma parte del futuro del mercado energético. En los últimos años se ha incrementado su popularidad porque se trata de un combustible de transporte más limpio y competitivo en cuanto a costes, especialmente para el transporte marítimo de carga y servicios pesados.
Se utiliza sobre todo como combustible para barcos, camiones, e incluso autobuses con tanques de combustible específicamente diseñados para ello. De hecho, algunas plantas energéticas almacenan el gas natural y lo utilizan para generar electricidad cuando la demanda es alta.
Además, es una solución para aquellas personas que necesitan energía pero viven en zonas lejanas, con tuberías poco prácticas o difíciles de construir. Al ser líquido gracias a un proceso de enfriamiento del gas, es más transportable, porque su volumen es menor. Se puede almacenar y es más fácil enviarlo. Cuando llega a su destino, se convierte de nuevo en gas en las plantas de regasificación. Y entonces se canaliza a hogares, negocios e industrias donde se quema por calor o para generar electricidad.
Catar deja la OPEP: ¿Qué hay tras su apuesta por el gas natural licuado?
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