Nos quedan unos 15 años de oro. Ese es el tiempo que el mundo podrá seguir extrayendo el metal precioso de las minas, al menos al ritmo actual. Al año se obtienen casi 3,5 millones de toneladas del metal amarillo en todo el mundo y poco a poco, se va agotando. Ahora, el oro ‘reciclado’ es ya una realidad.
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Lo que se conoce como ‘basura electrónica’, podría ser objeto de deseo en el futuro. Nuestros teléfonos y los dispositivos con los que convivimos día a día contienen muchos metales, algunos bastante valiosos y entre ellos, el oro. De hecho, se calcula que casi el 50% del valor de los residuos electrónicos corresponde precisamente a este material.
Por eso, son muchas las empresas han querido buscar una oportunidad, hasta el punto que algunas ya han desarrollado la forma para separar el metal precioso y reciclar el resto de materiales.
La nueva 'biorrefinación'
La compañía ‘Mint Innovation’ se ha adelantado en esta carrera hacia el 'oro sostenible'. Esta empresa, con sede en Nueva Zelanda, ha desarrollado un "proceso de biorrefinación", como ellos mismos lo han bautizado.
El proceso es bastante complejo, pero explicado de forma simple, pasa por 'triturar' toda la basura electrónica. A esa mezcla, se le añaden una serie de bacterias que consiguen atraer los átomos de oro. De esta forma, consiguen concentrarlo. Una vez las partículas se han adherido a los mircoorganismos, se filtran. Así se consigue a una masa que, sometida a una especie de horneado, se transforma en el deseado oro “reciclado”.
¿Cuánto oro tienen nuestros dispositivos?
Se calcula que un smartphone contiene unos 30 miligramos de oro, lo que supone alrededor de 2 euros, incluso con el precio actual disparado.
Más impactantes son las cifras a escala global. Cada año se tiran en el mundo 53 millones de toneladas de residuos electrónicos, lo que aproximadamente equivale a una cantidad de oro valorada en 700 millones de euros que se tiran literalmente a la basura.
No obstante, los expertos estiman que quedan por extraer unas 50.000 toneladas de oro en las reservas existentes en el mundo. Y a eso hay que añadir las que quedan por descubrir. Por eso, aunque ya hay bacterias que trasforman la basura en oro reciclado, a la extracción tradicional le queda todavía mucho recorrido.