La globalización de la economía, supone entre otras cosas, cambios en el mundo laboral. Por un lado, los trabajos para los que se requiere alta cualificación y que tienen buenos sueldos y por otro, los que no requieren formación específica con salarios bajos.
Esta polarización del empleo es importante para los fabricantes y distribuidores porque para muchos expertos, este cambio de paradigmas laborales, supone el fin de la clase media. Y esto ya tiene reflejo en el consumo, desde las tiendas a los restaurantes, pasando por los viajes y los hoteles.
Según un estudio de Catterton, a los distribuidores no les queda otra que especializarse en uno de los dos polos. O bien productos de lujo y restaurantes caros o tiendas dónde lo más importante es el factor precio. En el caso de las tiendas ha llegado la era del boom de los descuentos frente al lujo.
Los datos de este sector también lo corroboran: el número de consumidores de lujo en todo el mundo se ha triplicado en los últimos 20 años y se espera que alcance los 400 millones en 2020.
Aunque el panorama para sus fabricantes es difícil. En los últimos años habían focalizado muchas de sus inversiones en China y ahora con su frenazo económico registran menos ventas de las esperadas.
Prada es uno de los ejemplos, sus ventas cayeron un 16% en Asia-Pacífico en 2015.
¿Podrán capear el temporal ahora que China se adormece?
FOTO: Alberto P. Veiga
La globalización divide el consumo
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