Richard Branson, consejero delegado de Virgin Galactic, ya ha ido y vuelto al espacio. Dos de sus archienemigos, Jeff Bezos y Elon Musk quieren hacerlo también próximamente. Comienza una carrera por el turismo espacial que, sí o sí, gana Estados Unidos.
Escucha la historia compelta en este podcast de Mercado Abierto:
Pique entre los directivos de Virgin Galactic, Richard Brandon y Jeff Bezos, de Blue Origin que compiten por ser el nuevo "hombre en la Luna"
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El primer hombre que alcanzó nuestro satélite, La Luna, fue un tal Yuri Gagarin quien, entre secretos y con el escudo soviético sobre el hombro, consiguió arrebatarle, durante los oscuros años de la Guerra Fría, el liderazgo espacial a Estados Unidos.
Años de conflicto entre las sombras que tomaron luz cuando Neil Armstrong, el 20 de julio de 1969, pronuncia esta célebre frase que quedaría grabada para la historia: «Es un pequeño paso para un hombre, pero un gran salto para la humanidad».
Pero antes que Armstrong, Buzz Aldrin y Michael Collins nos miraran desde la Luna fueron John Glenn y Alan Shepard, dos de los astronautas estadounidenses que consiguieron llegar (aunque el primer viaje lo hizo Shepard en solitario) antes al espacio.
Y parece ser que el vaticinio se ha hecho realidad, pero unas cuantas décadas más tarde. Pasar a la historia, un libro que continuamente se está escribiendo y revisando para dejar un legado sobre nuestro paso por la vida, es una de las aspiraciones de más de uno y una.
Pero ¿de qué están hechas las leyendas? Lo que es el personaje, como todos, de huesos y músculos, pero en el relato que se cuenta está la clave. Y los multimillonarios de nuestro siglo, Jeff Bezos, Elon Musk o Richard Branson están decididos a coger papel y boli.
Y con la cuenta atrás ha comenzado todo hace apenas unas horas. ¿El protagonismo? Richard Branson, consejero delegado de Virgin Galactic, una cotizada en Estados Unidos que hasta hace nada, pocos sabían que estaba ahí.
La razón de la "disputa"
Lejos de Cabo Cañaberal, puerto de salida al espacio de la NASA, esta vez el lugar espagido fue el Puerto Espacial América, en Nuevo México dónde Branson, de 70 años, tenía ya el traje puesto y todo preparado para, a bordo de su nave Unity, junto a otros tres tripulantes, alcanzar una altura de 80 metros sobre la superficie terrestre, el límite entre la atmósfera y el espacio exterior según la Administración Federal de Aviación de Estados Unidos. Un sueño cumplido en palabras del propio Branson.
Pero todo esto para Jeff Bezos, presidente de Amazon, no son más que palabras vacias.
Pique de magnates por la denominada como Línea Kármán. ¿Y qué es esto? Pues una convención internacional que marca la frontera entre la atmósfera y el espacio. Según acuerda la comunidad científica, se sitúa en los 100 kilómetros de altitud respecto a la superficie terrestre. Traspasarla supone entrar en el exclusivo grupo de humanos que sí han llegado al espacio y se les puede considerar astronautas.
Y claro, 100 kilómetros no son 80 (los recorridos por Branson) y, por ello, Jeff Bezos, que a bordo de la nave New Shepard, de su compañía Blue Origin, viajará al espacio el próximo martes 20 de julio, dice que él sí será el primer humano (no astronauta) en llegar al espacio (de verdad).
¿Apostar por los valores?
Y luego está Elon Musk, que también se quiere ir en uno de sus cohetes de su firma SpaceX, pero que todavía está a la espera de ver cómo va todo. Aunque al tecnorey de Tesla le interesa más Marte que el simple espacio o nuestra “pequeña” Luna. Sin embargo, pese a la espectacularidad de los titulares, el sector en bolsa no es deseable, según Ricardo González, gestor de GPM.
Una nueva carrera espacial queda ya en el aire pese a que los combatientes resten importancia a las disputas y aseguran están “unidos” para sacar adelante una nueva “era espacial”.
Un futuro que, precisamente, lo que cabe destacar es que será de lo más rentable. En sus manos está la llave del turismo espacial, un prometedor sector que promete las mieles de unos magnates que ya aventuraron el futuro de internet, la movilidad y el transporte y quiere ser los adalides de un futuro que, apoyan, está lejos de la tierra y, parece ser, sobra la zona de ingravidez.